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    Hígado graso

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    La esteatosis hepática o hígado graso es un depósito de grasa en el hígado, que en muchos casos pasa desapercibido, y que puede ser causado por el consumo excesivo de alcohol u otras razones.

    El hígado graso no alcohólico (HGNA) es la enfermedad hepática más frecuente en los países industrializados; se estima una prevalencia del 10-20% en la población general, un 50-70% en las personas con diabetes y un 76-95% en los pacientes con obesidad, lo que compromete a casi el 100% de las personas con grados mórbidos de obesidad.

    Se asocia fundamentalmente a diabetes tipo 2, obesidad, insulinoresistencia, dislipemia y síndrome metabólico. Su prevalencia se ha ido incrementando en forma paralela con las epidemias de diabetes y obesidad. Se han comunicado significativas diferencias étnicas y se señalaron poblaciones (como la afroamericana y la hispana) con una prevalencia de la enfermedad dos a tres veces mayor.

    Es un síndrome clínico-patológico producido por el depósito anormal de grasa en el hígado de individuos que no consumen cantidades tóxicas de alcohol. Se considera criterio diagnóstico la presencia de grasa en más del 5% de los hepatocitos.

    La esteatohepatitis no alcohólica es una de las formas evolutivas de la enfermedad, considerada una de las causas más frecuentes de hepatopatía en la población occidental. Aun la esteatosis hepática leve (esteatosis simple) tiene efectos adversos: progresión más rápida y severa de la infección por el virus de la hepatitis C. También manifiestan menor respuesta a la terapia antiviral y sensibilidad incrementada a las acciones hepatotóxicas de ciertos fármacos que se emplean en los pacientes con dislipemia u obesidad.

    Manifestaciones clínicas y diagnóstico

    El hígado graso no alcohólico comúnmente es una enfermedad silenciosa con pocos o ningún síntoma. Puede producir fatiga, debilidad, intolerancia al ejercicio con sensación de plenitud, malestar indefinido o dolor leve en hipocondrio derecho (esto último parece ser más frecuente en niños). Teniendo en cuenta que los dos principales factores de riesgo para HGNA es insulinoresistencia (IR) y obesidad, la exploración física deberá incluir la búsqueda de acantosis nigricans, hipertensión arterial y obesidad (en particular, la obesidad central). Es importante descartar abuso de alcohol, así como enfermedades virales, autoinmunes o inducidas por drogas.

    Factores de riesgo

    La obesidad, la IR, la diabetes tipo 2, la hiperlipidemia (aumento de colesterol y/o triglicéridos en sangre) se asocian frecuentemente con hígado graso no alcohólico. La mayoría de los casos ocurren en la quinta o la sexta década de vida. El vínculo entre obesidad es mayor cuando hay obesidad abdominal.

    El hígado graso no alcohólico también puede asociarse a la toma de algunos medicamentos, como la amiodarona, los corticosteroides, o los inhibidores de la proteasa utilizados en pacientes infectados por VIH.

    Evolución y pronóstico

    Según se calcula, alrededor del 20-25% de las esteatosis simples pueden progresar a esteatohepatitis y se consideran especialmente vulnerables las asociadas con los factores predictivos de gravedad mencionados (edad, obesidad, diabetes, hipertensión arterial, etc.)

    Tratamiento

    Hasta el momento no existe un tratamiento específico de la enfermedad. Las estrategias están orientadas a mejorar la sensibilidad a la insulina y a reducir el estrés oxidativo, además de evitar la exposición a otras hepatotoxinas (alcohol).

    Entre las medidas dirigidas a mejorar la resistencia a la insulina, el descenso de peso y la actividad física siguen siendo las recomendaciones más constantes. Un descenso de peso gradual y sostenido mejora la sensibilidad a la insulina y suele reducir la esteatosis. Si el adelgazamiento es muy rápido (dietas estrictas) puede empeorar la necroinflamación y la fibrosis. La tasa de descenso ponderal que se recomienda es que se aproxime al 5-10% del peso inicial en 6 meses, o no más de 1,5 kg por semana.

    Una dieta balanceada y saludable puede revertir la enfermedad:
    • Consumir lácteos y derivados descremados.
    • Incorporar cereales integrales y legumbres.
    • Consumir carnes magras y pescado (al menos dos veces por semana).
    • Se recomienda comer por lo menos 6 porciones de frutas y verduras por día.
    • Disminuir el consumo de grasas y dulces.
    • Tomar 2 a 3 litros de líquidos por día.
    • Es importante evitar el consumo de alcohol.

    Es importante asociar la dieta con la práctica de ejercicio físico regular. Se obtienen beneficios adicionales al controlar la obesidad, mejorar la glucemia y la hiperlipemia de manera simultánea.

    ¿Cómo saber quiénes van a progresar hacia la cirrosis y quiénes no?

    Ariel Feldstein, un argentino que lidera un equipo de investigación en Cleveland Clinic, puede haber encontrado una forma de descubrirlo con un simple análisis de sangre. El mismo mide en la sangre un subproducto de la apoptosis de célula hepática, los fragmentos de citokeratina 18 (CK-18). En el estudio publicado, la sensibilidad diagnóstica de esta prueba fue del 85% y su especificidad, del 99,9%.

    Hasta ahora, para poder diferenciar la esteatosis hepática simple (infiltración de grasa en el hígado) de aquella que se presenta con inflamación y desemboca en la cirrosis era necesario practicar un procedimiento invasivo, la biopsia hepática. De allí la importancia de este hallazgo.

    Conclusión

    Se sabe que la obesidad, en particular la obesidad abdominal, son su antecedente más importante, tanto en adultos como en niños. Por ello, la evaluación clínica de este grupo de pacientes exige la búsqueda sistemática de un hígado graso como una complicación adicional.

    Fuentes:

    • Obesidad: Saberes y conflictos -Un tratado de obesidad- Dr. Jorge Braguinsky y colaboradores
    • http://www.bago.com/BagoArg/Biblio/gastroweb213.htm
    • http://www.gi.org/patients/gihealth/fld.asp
    • www.nih.org
    • IAAN

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