Fruto de la vid. Es pequeña y dulce, se presenta en racimos de entre 6 y 300 uvas. Las más comunes son negras, rosadas o blancas (éstas últimas son de color verde), pero también hay moradas, amarillas, doradas, púrpura, marrones, anaranjadas. Como fruta seca se la llama pasa de uva.
La mayor parte de la uva cultivada proviene de la especie Vitis vinifera, de la familia de la Vitaceas, natural de Europa mediterránea y Asia central, que incluye unas 600 especies de arbustos, por lo general trepadores y que producen frutos en baya, propios de países cálidos y tropicales. Dentro del género Vitis se incluyen unas 20 especies cultivadas por sus frutos y algunas por sus hojas que se consumen como cualquier verdura.
Los racimos que se comercializan se ajustan a unas normas de calidad que determinan el peso y el tamaño medio de los frutos; estos tendrán un diámetro medio de 1,6 centímetros y un peso de entre 200 y 350 gramos.
La piel es verdosa, amarillenta, rojiza o purpúrea, dependiendo de las variedades. Tiene una pulpa jugosa y dulzona.
Historia
Originaria del Cáucaso y Asia occidental, se supone que ya era recolectada en el Paleolítico. Con el tiempo el hombre fue seleccionando las especies que producían mejores frutos, para obtener mejores rendimientos. Así, se fue pasando de un numeroso grupo de especies silvestres a las cepas actuales, en forma de arbusto con frutos grandes. Los egipcios conocían la vid, pero los griegos y los romanos fueron dos de las civilizaciones que desarrollaron en gran medida la viticultura e introdujeron la vid en sus colonias.
Es una de las primeras plantas que cultivó el hombre, motivo por el cual ha jugado un papel trascendental en la economía de las antiguas civilizaciones. Tras la mitificación del vino por parte del cristianismo, el cultivo de la vid experimentó un gran auge que ha perdurado hasta nuestros días. De hecho, la mayor parte de la producción de uva se destina a la elaboración de los distintos tipos de vino (blanco, rosado y tinto) y otras bebidas (mosto, mistelas, moscatel).
En Europa, la uva se cultiva desde tiempos prehistóricos, tal y como lo demuestran las semillas que se han hallado en yacimientos arqueológicos de la edad del bronce de Suiza, Italia y en tumbas del antiguo Egipto. Los botánicos sitúan el origen de la uva cultivada en Europa en la región asiática del mar Caspio, desde donde las semillas se dispersaron hacia el oeste por toda la cuenca mediterránea.
A partir del año 1800 comienza el cultivo de vides protegidas con vidrio en los países fríos, de manera que aumentó notablemente la calidad de las uvas producidas. Más adelante comenzaron a construirse invernaderos provistos de calefacción para el cultivo de las vides.
Fueron los colonos españoles quienes introdujeron la vid en América del Norte, desde donde se extendió por todo el continente, pero el intento fracasó a consecuencia de los ataques de parásitos y las enfermedades. Como resultado de ello, a finales del siglo XIX la explotación de la vid en Europa sufrió un gran golpe tras la contaminación por un insecto americano llamado filoxera. En 30 años se propagó la plaga por todos los viñedos y éstos estuvieron a punto de desaparecer, lo que obligó a adoptar las vides americanas resistentes a la plaga como patrones de la vid europea, y se obtuvieron variedades resistentes, fruto de la hibridación de ambos tipos de plantas.
Hoy en día la vid se cultiva en las regiones cálidas de todo el mundo, siendo los mayores productores Australia, Sudáfrica, los países de Europa (Italia, Francia, España, Portugal, Turquía y Grecia) y en el continente americano, los mejores viñedos se encuentran en California, Chile y Argentina.
Variedades
Existen innumerables variedades de uvas con grandes diferencias entre sí en forma, tamaño, tonalidad de los frutos, productividad, calidad, etc. Todas ellas se han clasificado tradicionalmente según su destino final sea para vinificación o para consumo de mesa. Las variedades más extendidas destinadas a la elaboración de vino de mesa son:
* para elaborar vinos blancos: Palomino, Macabeo, Malvasía, Moscatel, Chardonnay y Garnacha blanca.
* para la elaboración de vino tinto: Garnacha tinta, Cabernet Sauvignon, Merlot, Pinot noir, Syrah, Cariñena, Tempranillo, Tintorera y Graciano, entre otras.
Aportes nutricionales
Aporta hidratos de carbono, fibra, vitaminas del complejo B, potasio y fitoquímicos. Uno de estos fitoquímicos es el resveratrol, tipo de flavonoide presente principalmente en el hollejo de la uva, en especial en la variedad moscatel, aunque también en los vinos tintos, rosados y blancos. Otro fotoquímico presente en la uva es el ácido elágico, compuesto fenólico cuyo poder antioxidante ayuda a neutralizar los radicales libres que pueden dañar las células.
Información nutricional cada 100 g de uva |
||
Uvas frescas | Pasas de uva | |
70 |
296 | |
18 |
78,5 | |
Proteínas (g) |
1,7 |
2,5 |
0,2 |
0,5 | |
Fibra (g) |
0,9 |
7 |
Potasio (mg) |
191 |
825 |
La uva presenta interesantes virtudes para el cuidado de la salud. Las investigaciones indican que tanto la uva como el vino poseen sustancias llamadas fitoquímicos, cuyos efectos son preventivos del cáncer y de enfermedades cardiovasculares.
Uno de estos fitoquímicos es el resveratrol, tipo de flavonoide presente principalmente en el hollejo de la uva, en especial en la variedad moscatel, aunque también en los vinos tinto, rosado y blanco. Además se puede obtener de los maníes y la mora, entre otros frutos.
Otro fitoquímico presente en la uva es el ácido elágico (compuesto fenólico), cuyo poder antioxidante ayuda a neutralizar los radicales libres que pueden dañar las células.
Los beneficios de la uva
- Podría contribuir a mantener la salud del tracto urinario y la salud cardiovascular a partir de los compuestos llamados proantocianidinas.
•Ayudan a proteger contra el cáncer a partir de la actividad antioxidante de sus flavonoides.
•Ayudan a regular la concentración de colesterol sanguíneo porque disminuyen la oxidación de LDL (colesterol malo), mejorando así la salud cardiovascular, actividad conferida por el resveratrol.
•Contribuyen a regular la presión arterial.
Las diferencias nutritivas y energéticas entre las uvas frescas y las pasas son notables, pues estas últimas constituyen un alimento muy energético, y su aporte calórico es aproximadamente cuatro veces superior al de la uva fresca. El resto de nutrientes también se concentra, por lo que su contenido en fibra, vitaminas y minerales es muy superior.
Conservación
Antes de comprar las uvas, agite el racimo muy suavemente. Los granos deben permanecer en su sitio, y si cae alguno la uva está demasiado madura. Los racimos deben ser macizos y los frutos firmes, con piel lisa y de color y tamaño uniformes; las variedades negras o rojas no deben presentar ninguna señal verde.
Una vez en casa, la uva se conserva durante mucho tiempo en perfecto estado si se adquirió en su punto justo de madurez y se cuelga con el rabo hacia abajo, para que los granos se separen unos de otros y no se toquen, en ganchos colocados en alambres tendidos. Pueden también encerrarse en una bolsa especial de papel de celofán y colgarlas de un clavo. En la heladera, se conservan en buenas condiciones hasta quince días (para que tengan todo su sabor y aroma, conviene sacarlas una hora antes de ser consumidas)
Curiosidades
Las doce uvas de la suerte que se comen al comienzo de cada Año Nuevo en España es una costumbre aparecida a principios del siglo XIX. El origen de esta tradición radica en la excesiva cosecha que se produjo por entonces, razón por la cual los cosecheros decidieron deshacerse de las uvas sobrantes sugiriendo que la gente las comiera al ritmo de las últimas campanadas del año.
Fuentes:
USDA
Complete Food and Nutrition Guide
http://www.5aldia.org
http://www.consumer.es