Postales de mi viaje a la Antártida. Parte 1

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El doctor Alberto Cormillottuvo importante actividad durante el viernes y el sábado en la Base Marambio de la Antártida Argentina. Allí compartió tareas cotidianas con el personal permanente de la base y con los invitados que como él estudian mejoras y proyectan actividades en este bastión que defiende la soberanía argentina en la región más austral del mundo. También hubo tiempo para el baile y la diversión


EL FRIO

La primera noche que pasé en Marambio la temperatura descendió hasta los 12 grados bajo cero y la sensación rmica rondó los 22 bajo cero. Pero no fué la más baja, aquí les comparto una imagen del termómetro y un poco de hielo. Y hay que tener en cuenta que aunque este abrigada con el mejor equipo una persona no podría sobrevivir en el exterior por más de una hora en esas condiciones

CON LA DOCTORA MAITEN

La doctora Main Hernández es la responsable del servicio de salud de la base que se encuentra muy equipado. Cuenta con todos los insumos necesarios para una emergencia, como un desfibrilador, servicio de odontología, un equipo radiológico y otro para hacer ecografías y todo lo necesario para las contingencias que se pueden generar aquí, incluida una cirugía. La mayoria de las consultas al Servicio de Salud se dan por traumatismos.

ESPECIALISTAS Y PIONEROS

Con los investigadores del INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial) compartí una reunión de trabajo dedicada al tema alimentos, tan vital para el funcionamiento de la base. Y tuve el placer de charlar con uno de los hombres con mayor experiencia en las campañas antárticas: Juan Carlos Luján (79), un suboficial mayor de la Fuerza Aérea quién en 1969, hace exactamente cincuenta años, fue uno de los hombres que ayudó a construir la Base Marambio. Hoy dirige el Museo Antártico ubicado en Villa Adelina.

LA HORA DEL BAILE

Como ya con en otro de los envíos, para soportar una vida muy dura en un ambiente hostil, la dotación que vive en Marambio disfruta mucho del momento de las comidas donde se respira un aire de camaradería y confraternidad. Por eso, aquellos que se animan al baile suelen agasajar a quienes llegan desde el continente bailando danzas criollas. Todos nos emocionamos y se multiplican las palmas.