ADOLESCENCIA Y CRIANZA, ¿HAY QUE SER ESTRICTOS O PERMISIVOS?

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En el camino del crecimiento de nuestros hijos aparece el desafío de poner límites y es esencial la necesidad de explicar por qué los establecemos.

   Siempre cito a Maritchu Seitún, una psicóloga especializada en orientación a padres, cuando hablo de temas de crianza. Ella prefiere hablar de «consecuencias» en lugar de «castigos» o «penitencias» para la crianza, argumentando que la violencia reside en el abuso de poder y no en la disciplina.

    La mayoría de las veces que terminamos enojados es porque no nos ocupamos que los niños nos hagan caso en el primer o segundo llamado de atención. Entonces los chicos se acostumbran a obedecer cuando gritamos o amenazamos. ¿Y si cambiamos la estrategia?  Por ejemplo, si a la primera o segunda vez que les pedimos que vayan a bañarse y  no quieren hacerlo, les decimos “entiendo que te molesta, pero es necesario que ahora vayas a bañarte. A mí me pasaba cuando era chico…¡No sabés lo que te entiendo!, pero tenés que hacerlo”. Le mostrás que entendés su capricho, lo comprendes, pero la acción la tiene que hacer. El límite debe ser claro. Validamos sus emociones, aunque no se compartan sus decisiones, esa es la clave.

Puntos a destacar:

*Evitar la Violencia: La violencia en la crianza se manifiesta en el abuso de poder, no en la necesidad de establecer límites.

*Adaptación a la Edad: Los menores de cinco años no tienen una conciencia moral clara para entender penitencias o consecuencias, por lo que la disciplina debe ser adaptada a su edad y desarrollo.

*Comunicación y Empatía: La comunicación abierta y la empatía son claves para guiar a los hijos hacia el buen comportamiento, en lugar de recurrir a castigos o amenazas.

Ejemplo: Si un niño olvida su abrigo y se moja por la lluvia, la consecuencia natural es mojarse, en lugar de una penitencia.

Y como alternativas a los castigos, es una opción generar el «tiempo de reflexión», donde se abre  un espacio para hablar sobre sus emociones y comportamientos.