Este mal conocido como «asesino silencioso» por no tener síntomas que lo delaten, aqueja a 1 de cada 4 adultos en Argentina. Aunque los hombres son los más afectados, la cifra se iguala con las mujeres después de la menopausia. Sin tratamiento, aumenta el riesgo de infarto, ACV y complicaciones renales. Aprendé cuáles son los alimentos más y menos convenientes y claves efectivas para mantener la presión bajo control
La presión arterial es la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias cada vez que el corazón late. Los valores se miden en:
- Máxima o sistólica: presión de la sangre en los vasos sanguíneos cuando late el corazón.
- Mínima o diastólica: presión entre latidos cuando el corazón se relaja.
Se conoce como hipertensión arterial a la elevación sostenida de la tensión arterial y se diagnostica cuando los valores superan en más de tres oportunidades los 140/90 mmHg (milímetros de mercurio) en un periodo de tiempo relativamente corto.
Si la presión arterial es alta en forma continua, las arterias se endurecen, se engrosan (arteriosclerosis) y pueden dificultar el paso de sangre comprometiendo la salud cardio y cerebrovascular.
De acuerdo con numerosos estudios internacionales, una presión constante que supere esta cifra produce un aumento de la morbilidad y mortalidad por enfermedad coronaria, ACV, insuficiencia cardíaca, enfermedad vascular periférica e insuficiencia renal, entre otras complicaciones.
Como la hipertensión afecta a un tercio de la población mundial, es el primer motivo de consulta en los servicios médicos de atención primaria, sobre todo en adultos mayores ya que la tensión sanguínea aumenta con la edad.
La predisposición es mayor en los hombres que en las mujeres, aunque esta tendencia desaparece cuando ellas llegan a la menopausia y desaparece el efecto de algunas hormonas femeninas que resultan protectoras; a partir de entonces se iguala.
CLASIFICACIÓN
En el 90 % de los casos la causa de la hipertensión arterial es desconocida y se la denomina hipertensión esencial o primaria. Entre sus factores de riesgo se incluyen:
- Antecedentes familiares.
- Más de 55 años (mujer: más riesgo con los años porque los vasos sanguíneos se debilitan y pierden su elasticidad).
- Estrés crónico.
- Sobrepeso u obesidad (aumenta entre 2 y 3 veces el riesgo de hipertensión).
- Tabaquismo.
- Anticonceptivos orales.
- Exceso de grasas saturadas, sodio y alcohol.
- Sedentarismo.
- Diabetes.
Al resto de los casos (10%) se los denomina hipertensión arterial secundaria porque se presenta como consecuencia de otras enfermedades o situaciones como:
- Trastornos renales.
- Alteraciones de las glándulas tiroideas.
- Acromegalia (glándula pituitaria produce hormonas del crecimiento en exceso).
- Tumores en las glándulas suprarrenal o pituitaria.
- Reacciones adversas a medicamentos recetados para otros problemas médicos.
- Embarazo.
En algunos casos puede desaparecer para siempre sin requerir tratamiento a largo plazo (como la hipertensión asociada al embarazo) y también puede ser una señal de alerta para diagnosticar otras enfermedades en las que la hipertensión arterial es únicamente una manifestación clínica.
PREVENCIÓN
El primer paso consiste en conocer tus cifras de presión arterial. Para esto es recomendable medirla al menos una vez al año, excepto que seas hipertenso o que tu médico indique una frecuencia menor.
Al hacerlo, es importante que durante los 30 minutos anteriores a la medición evites fumar, comer, hacer ejercicio y tomar café. La Organización Panamericana de la Salud recomienda, además, las medidas que se encuentran en la siguiente imagen:

Como algunas personas tienen presión arterial normal en el consultorio pero presentan valores mucho más altos durante el día y en forma sostenida, algunos cardiólogos recomiendan medir la presión arterial durante el trabajo, por ejemplo, o la realización de un estudio llamado “presurometría” que consiste en la medición continua de la presión arterial durante 24 horas. Si recibiste esta indicación, no la desestimes.
QUÉ HACER
Los cambios en el estilo de vida que permiten prevenir y tratar la hipertensión arterial son:
- Bajar de peso o mantener un peso saludable.
- Disminuir el consumo de sodio seleccionando alimentos de bajo o moderado contenido en sal.
- Moderar el consumo de alcohol y cafeína.
- Hacer actividad física a diario.
- Dejar de fumar.
También es importante que consideres lo siguiente:
- Existen sustitutos de cloruro de sodio para la sal de mesa que contienen cloruro de potasio o de magnesio. Esto no significa que sean «0% sodio» sino que lo contienen en menor cantidad que la sal común. Por lo tanto, si optás por estos productos, igualmente conviene moderar su ingesta.
- En la etiqueta de los quesos dice «sin sal» pero figura «sodio» en la composición porque tiene el sodio natural de la leche con la que se elabora pero es «sin sal agregada».

TRATAMIENTO
Cuando estas modificaciones no resultan suficientes para controlar la presión arterial, es posible recurrir a la fármacos antihipertensivos que se combinan con un estilo de vida saludable (no lo reemplazan). Entre ellos se encuentran los siguientes:
-Diuréticos: ayudan a eliminar el exceso de agua y sodio del cuerpo a través de la orina. Es posible que el médico chequee tu nivel de potasio porque en ocasiones estos fármacos pueden eliminar en exceso dicho mineral.
-Vasodilatadores, inhibidores adrenérgicos de la ECA (enzima convertidora de angiotensina), antagonistas de calcio: relajan los vasos sanguíneos controlando los impulsos nerviosos, lo que disminuye la presión arterial.
-Betabloqueadores: reducen los impulsos nerviosos enviados al corazón y a los vasos sanguíneos enlenteciendo la frecuencia de los latidos cardiacos y bajando la presión arterial. El corazón realiza un menor esfuerzo.
Recordá que las personas con hipertensión que cumplen con su tratamiento tienen menos posibilidades de desarrollar hipertensión grave y sus complicaciones asociadas.
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