Un recorrido por ritos ancestrales y la gastronomía de Semana Santa para aprender o recordar de dónde provienen nuestras tradiciones
De la misma manera que la Navidad, la Pascua tiene sus raíces en las culturas paganas de los pueblos germánicos y anglosajones que celebraban con ritos vinculados a la naturaleza el cambio de estaciones.
La Pascua como fecha de la resurrección de Jesús estaba asociada al festival de Eostre, la diosa germánica de la primavera y la luz, celebrada en el equinoccio de dicha estación después de la luna llena.
La festividad se extendía durante una semana para celebrar el renacer de la vida dejando atrás los fríos inviernos europeos. De esas costumbres se distinguió el conejo como símbolo de la fertilidad y los huevos coloreados para representar el esplendor de los rayos del sol que renace.
Estas tradiciones místicas fueron retomadas por el cristianismo y, para lograr la evangelización de los pueblos, asimilaron las formas de sus festejos con un significado distinto. En este proceso, la institucionalización de la Pascua fue uno de los aspectos más importantes para la consolidación de la religión cristiana tal como hoy la conocemos.
El Concejo de Nicea del año 325, primer concilio católico convocado por el emperador Constantino para unificar a la Iglesia Católica como religión de Estado del Imperio Romano, estableció que la Pascua se celebrara el primer domingo tras la luna llena del equinoccio primaveral, razón por la que no tiene fecha fija y cada año puede caer entre el 22 de marzo y el 25 de abril.
Aunque esta decisión nos puede parecer arbitraria, refleja un calendario lunar al que la naturaleza es fiel: la Pascua coincide con el comienzo de la primavera.
Así, el renacimiento cíclico primaveral que celebraban los pueblos de la Antigüedad, adquirió un nuevo significado bajo la mirada cristiana que adoptó el rito y lo convirtió en la celebración de la resurrección, como paso de la esclavitud a la libertad, de la muerte a la vida o de la oscuridad a la luz.
TRADICIONES CULINARIAS
Los típicos sabores y las costumbres que persisten tienen lejanos orígenes que quizás no conozcas. Repasamos algunos a partir de los platos y las tradiciones más populares en las Pascuas de la actualidad.
ABSTENCIÓN DE CARNES ROJAS
A pesar de que la Biblia no tiene un versículo que prohíba el consumo de carnes en este tiempo, es una tradición que ha pasado de generación en generación por mucho tiempo.
Los religiosos asocian la carne roja con el cuerpo de Jesús en el día de su crucifixión, por lo que sería una falta de respeto su consumo. Esta práctica adquiere sentido como honra a Jesús, quien habría pasado 40 días en el desierto sin comer ni beber nada antes de ser crucificado; experiencia de la que proviene la cuaresma.
Aunque existen algunos adeptos que no comen carne durante ninguno de los cuarenta días, comúnmente se acostumbra la abstención los miércoles de ceniza, todos los viernes de cuaresma y el viernes santo, día en que se conmemora la crucifixión del hijo de Dios, según sus creencias.
Se creó en la Liguria, región italiana, donde en marzo y abril es primavera.
En aquel entonces se utilizaban las hortalizas de la temporada (alcauciles, espárragos, espinacas) y se encerraban con dos tapas de masa.
Una vez que se colocaba la primera masa en la base y se rellenaba, hacían un hueco en el centro para colocar el huevo, que simbolizaba el nacimiento de una nueva vida.
En Grecia, el patriarca de la casa paseaba el cordero pascual por todo el pueblo, colocado sobre una lona en su hombro, para demostrar que sería la comida del Domingo de Pascuas.
Se asaba ese día, colgado sobre dos estacas y colocando fuego debajo.
La familia iba dándolo vuelta para cocinarlo y se lo rociaba con aderezo de especias y limón, esparciéndolo con un manojo de hierbas frescas de primavera, que daban sabor y aroma a la carne.
Su origen se remonta a las saturnales, festividad de la antigua Roma que se realizaba en honor de Saturno y que los historiadores consideran el antecedente de la Navidad.
Fue también en Italia, Bolonia, donde siglos más tarde (año 476 después de Cristo) se le dio el sentido actual a la rosca pascual.
La leyenda afirma que cuando Odoacro, rey de los ostrogodos, tomó Pavía aquel año, un pastelero hizo una rosca y tanto le gustó al monarca que ordenó la liberación de ese pueblo.
Aunque no se sabe si se trata de un mito, con el tiempo esta preparación de leche, azúcar y huevo fue adoptada por la religión cristiana como símbolo de la eternidad y la corona de Cristo por su redondez.
Durante siglos la preparación incluía huevos enteros para representar la idea del renacimiento y la fertilidad; tradición que se abandonó hace tiempo por cuestiones de seguridad alimentaria.
Los huevos provienen de una costumbre egipcia que antecede al cristianismo, en la que se obsequiaban huevos decorados en primavera como señal del renacer de la naturaleza.
En la Edad Media esta tradición obtuvo un nuevo significado y el huevo comenzó a representar la resurrección de Jesucristo ya que simbolizan la vida, el nacimiento.
En el período de la cuaresma, que va desde carnaval hasta semana santa, es (o al menos fue) tradición el ayuno cada viernes de carnes rojas y de huevos, entre otros alimentos.
Es por esto que el domingo de resurrección (el último de la Semana Santa) se realizaba una fiesta para terminar ese ayuno. El final se marcaba comiendo muchos huevos.
Se preparaban huevos duros y se los adornaba señalando el final del período de penitencia.
Los huevos se pintaban de colores brillantes como una representación de los días soleados que se aproximaban. Así se adornaban las mesas y los rincones de las casas.
En el siglo XIX, los pasteleros aplicaron los avances de la revolución industrial en la invención de los huevos de Pascua de chocolate moldeado.
¿Y el conejo de Pascuas?
Aunque, como vimos, muchos historiadores sostienen que su origen se remonta a antiguos ritos de pueblos paganos, existe una leyenda que cuenta que al momento de colocar el cuerpo de Jesús en el sepulcro, se encontraba un conejo que fue testigo de su resurrección y que avisó a quienes habían llorado por el crucificado regalándoles huevos para hacerles comprender que la vida le había ganado a la muerte.
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