Este trastorno afecta el aprendizaje de la lectoescritura. Aunque no interfiere con la capacidad para razonar, es importante detectarlo y tratarlo en forma temprana. Afecta al 10 por ciento de la población y su Día Mundial se conmemora el 8 de octubre
Ojos no expertos pueden confundir la dislexia con falta de empeño o madurez, pereza o torpeza.
Sin embargo, se trata de un trastorno en el aprendizaje de la lectoescritura, de carácter persistente y específico, cuyo origen parece derivar de una alteración del neurodesarrollo.
Afecta al 10 por ciento de la población mundial y en la Argentina se calcula que la estadística repite la tendencia. Una de cada 10 personas pueden tener este trastorno, aunque el 90 por ciento lo ignore o no haya recibido diagnóstico médico.
Algunas teorías consideran que puede deberse a una conexión lenta entre los dos hemisferios cerebrales, o alteraciones de conexión neuronal en una región del cerebro llamada giro angulado.
En cualquier caso, es muy importante la detección temprana y la adaptación del proceso de aprendizaje a los tiempos del niño o niña que presente dislexia.
CÓMO SE MANIFIESTA
El niño o niña con dislexia puede confundir letras, números, secuencias o explicaciones durante la lectura.
En consecuencia, lee… pero no comprende.
Además su escritura puede ser ilegible y su expresión verbal se realiza a partir de frases entrecortadas, oraciones incompletas, dificultad para pronunciar palabras largas, trasposición de palabras o sílabas, o simplemente no es capaz de realizar rimas simples.
También puede tener problemas con las operaciones matemáticas, la ubicación de lugares o direcciones, confusión entre la derecha y la izquierda, percepción errónea del paso del tiempo y del calendario.
A las personas con dislexia les cuesta entender que la palabra escrita o hablada se divide en fonemas (unidades sonoras de la lengua) y letras, que se identifican y representan mutuamente. Generalmente esta situación de desventaja se advierte al iniciarse el aprendizaje sistemático de las letras, cuando se nota una falta de interés que no condice con el modo de comportarse del niño o la niña hasta ese momento.
La principal dificultad para detectar la dislexia es que sus manifestaciones son muy comunes y variables. Por eso es necesario prestar atención, en especial cuando las señales se presentan al mismo tiempo: intercambios de letras, palabras escritas al revés (por ejemplo, escribir “sal” en vez de “las” o confundir la “b” con la “d”) o unidas a otras; en la lectura, vocablos incomprensibles, inventados, cortados o invertidos.
Al no comprender lo que leen, las personas con dislexia se distraen, se cansan y comienzan a rechazar las tareas.
Por otro lado, las personas con dislexia son muy sensibles, tienen gran imaginación y fantasía, sentido artístico y creativo. Pueden llegar a ser extremadamente exitosas en arte, negocios y deportes, entre otras disciplinas.
Algunas personas famosas que han tenido (o tienen) dislexia, son: Miguel Ángel, Pablo Picasso, Walt Disney, John Lennon, Ernest Hemingway, Tomas Edison, Winston Churchill, George Washington, Henry Ford, Albert Einstein, Anthony Hopkins, Salma Hayek.
DETECCIÓN Y TRATAMIENTO
Si el conjunto de síntomas no es observado y atendido en forma temprana, el problema puede ir minando la autoestima ya que más allá de los esfuerzos que realice, el niño o niña con dislexia no logra cumplir con las expectativas de la escuela y de sus familiares, y la sensación de fracaso puede generar mayores dificultades en el aprendizaje e incluso conductas agresivas o depresivas.
Para evitarlo, cuando se descubren los síntomas es importante acudir a un profesional para que realice una evaluación adecuada.
Un psicopedagogo estará en condiciones de sugerir si es preciso acudir a otros especialistas.
Los profesionales trabajarán para descartar defectos de visión, audición, un coeficiente intelectual por debajo de lo normal, alguna perturbación emocional, problemas de salud graves que retrasen el aprendizaje, lesiones cerebrales que puedan afectar al área del lenguaje o retrasos de desarrollo.
Como este trastorno no se soluciona con el tiempo, requiere de un proceso de reeducación personalizado.
En la escuela, los docentes a cargo se ocuparán de:
- Mostrarle interés y deseo de ayudar.
- Establecer criterios para evaluar su trabajo de forma que pueda entender, sabiendo que los errores van a existir.
- Evaluar sus progresos en comparación con sí mismo y no con los demás.
- Dar atención individualizada siempre que sea posible.
- Asegurarse de que entiende las tareas. Ir paso a paso en las explicaciones.
- Repetir la información nueva más de una vez.
- Recordar que requiere más práctica que los demás.
- Darle tiempo para organizar sus pensamientos y cumplir con su trabajo.
- Ayudar leyéndole materiales y exámenes. Si es posible evaluar en forma oral.
- Comprobar que utilice libros o materiales que estén al nivel de su aptitud lectora.
- En la escritura, hacerle notar solo aquellos errores sobre los que se está trabajando en cada momento, y no todos.
- Darle tarea liviana para el hogar ya que le llevará más tiempo y esfuerzo que a los demás.
- Elogiar su trabajo. Señalarle aquello en lo que necesita mejorar y está más a su alcance.
- Tener presente que su autoestima necesita apoyo:
- Darle oportunidades de que haga aportes a la clase.
- Evitar compararlo negativamente con otros alumnos.
- No hacerle leer en voz alta contra su voluntad.
- Destacar sus habilidades.
- Facilitar su aprendizaje a través de otros medios, con instrumentos alternativos a la lectura y escritura: calculadora, computadora, programas informáticos específicos (lectores, correctores), libros de texto en formato digital, grabador, iPad, tablas de datos, etc.
CÓMO AYUDAR EN CASA
Los familiares de un niño o niña con dislexia ayudan mucho si:
- Controlan su propia ansiedad.
- Brindan apoyo emocional y social.
- Hacen saber con palabras y actitudes que comprenden el problema y que valoran su esfuerzo.
- Dan ciertas explicaciones acerca del origen de sus dificultades.
- Dejan en claro que puede tener éxito si así lo cree.
- Le muestran que lo seguirán queriendo, aunque no le vaya bien en la escuela.
- Si han tenido ellos mismos problemas en la escuela, los comparten en familia.
- Evitan comparaciones con hermanos u otros niños.
- Evitan la sobreprotección.
- Tienen paciencia con las dificultades: confusiones de horarios, equivocaciones al ordenar las cosas, tendencia al desorden, atención dispersa, dificultad para cumplir instrucciones.
- Evitan las etiquetas negativas y estigmatizantes: vago, diferente, perezoso. En cambio, ponen un nombre a lo que está pasando: dislexia. Y explican que tiene una forma distinta de aprender.
- Aplican la receta mágica: respeto, tolerancia, empatía, amor y paciencia.
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