A cada tipo le corresponden ciertas cualidades que suelen relacionarse con la salud. Conocé tu letra y descubrí sus principales características.
Se conoce como ‘personalidad’ a un conjunto de características dinámicas a partir de las cuales cada uno organiza las actitudes, pensamientos y sentimientos que guiarán su conducta y que dan sentido a su particular forma de ver y de estar en el mundo.
Aunque no se trata de una categoría estanca (cada personalidad ofrece un abanico de cualidades y combinaciones), hace tiempo se sabe que algunas personalidades son más saludables que otras.
Ya en 1957, los cardiólogos Meyer Friedman y Ray Rosenman de California (USA), quisieron determinar cuáles eran los rasgos característicos de las personas que habían sufrido un infarto.
Para conseguirlo observaron la presencia de un intenso deseo de éxito y una competitividad elevada en la mayoría de los casos, y a partir de allí describieron un conjunto de características a las que clasificaron como “tipo A”. Otra personalidad que describieron fue la “tipo B”.
Con el tiempo se sumaron otras teorías modificando estos primeros hallazgos y agregando, además, las personalidades “tipo C” y “tipo D”; siendo esta última la menos saludable.
CLASIFICACIÓN
Aunque esta división en categorías no está totalmente aceptada por la comunidad científica, a la hora de conocerse y conocer a los demás puede resultar útil.
La propuesta es que anotes en una hoja todos los rasgos con los que te sientas identificado. Después, sumá la puntuación que corresponde a cada personalidad y anotá el total.
“A” (ACELERACIÓN)
- Estado de alerta permanente.
- Impaciencia y puntualidad.
- Tendencia competitiva.
- Hiperactividad motora.
- Ambición, disconformidad.
- Aceleración (siempre apurado).
- Multitarea (varias cosas a la vez).
- Controlador, planificador.
- Seguridad y atrevimiento.
- Líder, objetivo, práctico.
- Expresión de emociones sin medir palabras ni consecuencias.
- Poco tiempo para el ocio.
“B” (BONDAD)
- Serenidad, tranquilidad.
- Seguridad y confianza en sí mismo y en los demás.
- No vive acelerado ni se siente apurado aunque lo presionen.
- Razonable, compañero.
- De buena conexión social y emocional.
- No es competitivo.
- Atiende una cosa a la vez.
- Controla la expresión de sus emociones.
- Disfruta su tiempo libre.
“C” (COMPLACENCIA)
- Pasividad y lentitud.
- Inseguridad y retraimiento.
- Dependiente.
- Resistente al cambio.
- Sacrificado, detallista.
- Desconfianza de sí mismo.
- Paciente y apacible.
- Conformista.
- Introspectivo.
- Callado, inexpresivo.
- Cooperativo.
“D” (DISTRÉS)= COMBINA EL “A” MÁS:
- Pérdida del control, agresividad.
- Hostilidad/rabietas, enojo.
- Angustia, desesperanza.
- Irritabilidad, rencor.
- Frustración, fracaso, ruina.
- Impaciencia/ansiedad.
- Tendencia a acusar a otros de su ánimo.
- Control excesivo de los afectos.
- Superexigencia con el entorno.
- Dudas acerca de ser querido.
- Afectividad negativa.
- Inhibición social.
AFECTIVIDAD NEGATIVA. Tendencia a experimentar emociones negativas a través del tiempo, acompañadas de ansiedad, irritabilidad, visión negativa de sí mismo y su entorno y búsqueda de problemas inminentes. Se asocia a la ansiedad y a la depresión.
INHIBICIÓN SOCIAL. Tendencia a inhibir la expresión de las emociones y conductas para evitar la desaprobación de otros, acompañado de tensión e inseguridad en la interacción con el entorno. Se asocia al fracaso en la adaptación a situaciones cambiantes.
RESULTADOS
MAYORÍA DE “A” → Es el clásico impaciente, competitivo. Puede ser el líder práctico. Si no suma componentes de hostilidad, esta personalidad lleva a la acción y logra objetivos. Si suma hostilidad, se convierte en personalidad “tipo D”. Más enfermedades cardiovasculares. Conviene ayuda terapéutica.
MAYORÍA DE “B” → Es la personalidad más equilibrada o encaminada hacia el bienestar. Se trata del típico “buenazo”, el optimista.
MAYORÍA DE “C” → Es menos perjudicial que la “A” pero no es la más saludable. Autoestima baja, introspección y dificultad para comunicarse. La terapia resulta muy beneficiosa y ayuda a trabajar la baja sensación de bienestar.
MAYORÍA DE “D” → Más riesgo de problemas cardiovasculares como resultado de un desequilibrio en los niveles de serotonina, neurotransmisor que controla el estado de ánimo, el sueño, el impulso sexual, el apetito y el umbral del dolor, entre otras funciones. Además, tiene un exceso de cortisol y adrenalina, hormonas del estrés.
Las personas con esta personalidad no suelen consultar con un médico porque consideran que es solo una “forma de ser”. Sin embargo, buscar ayuda profesional es indispensable porque una personalidad tipo “D” puede considerarse un riesgo cardiovascular en sí misma.
Dado que la mayoría de las veces no se realiza una consulta por “mal humor”, cuando se reúnen las características de la personalidad “tipo D” es importante buscar ayuda profesional para aprender a reducir las cualidades negativas de la personalidad que interfieren en la calidad de vida y perjudican la salud física y emocional.