Cada 10 de septiembre es el Día Mundial de la Prevención del Suicidio (DMPS). Convocado por la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP) y avalado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), tiene el objetivo de crear conciencia acerca de la importancia de esta causa de muerte entre los adolescentes y jóvenes de entre 15 y 29 años. Qué hacer ante las señales de alerta
El suicidio es un problema complejo en el que intervienen factores psicológicos, sociales, biológicos, culturales y ambientales.
Los trastornos mentales (especialmente la depresión) y los trastornos por consumo de alcohol son importantes factores de riesgo, a los que se suma la conducta impulsiva.
Las cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) son contundentes: cada año se suicidan más de 700 mil personas, lo que supone que más de 1 de cada 100 muertes durante 2019 se debió al suicidio.
A pesar de que la mayoría relaciona este acto con la edad avanzada, a nivel mundial es la cuarta causa de muerte entre adolescentes y jóvenes de 15 a 29 años, en su mayoría varones.
«El tema del DMPS 2022 es ‘Crear esperanza a través de la acción’ y refleja la necesidad de una acción colectiva para abordar este problema urgente de salud pública. Todos nosotros, familiares, amigos, compañeros de trabajo, miembros de la comunidad, educadores, líderes religiosos, profesionales de la salud, funcionarios políticos y gobiernos, podemos tomar medidas para prevenir el suicidio en la Región». Organización Panamericana de la Salud
CAUSAS
Se estima que al menos el 90% de las personas que atentan contra su propia vida sufren algún tipo de enfermedad mental; entre ellas:
- Depresión mayor: el riesgo es 20 veces superior y hasta un 15% fallece tras una tentativa.
- Desorden bipolar: el riesgo es 15 veces superior, hasta un 15% fallecen tras una tentativa y hasta un 55% lo intenta al menos una vez en la vida.
- Esquizofrenia: el riesgo es 9 veces superior, hasta un 10% fallece tras una tentativa y hasta un 30% lo intenta al menos una vez.
- Trastorno límite de la personalidad: el riesgo es entre 4 y 8 veces mayor, hasta un 8% fallecen tras una tentativa y hasta un 70% lo intentan al menos una vez.
- Trastorno por abuso de sustancias (psicoactivas, alcohol y otras drogas): sobre todo en jóvenes que presentan dificultades en sus relaciones interpersonales o familiares.
Además de las afecciones mentales, el suicidio puede presentarse como una solución permanente ante un intenso dolor emocional, mental y/o físico o frente a relaciones muy conflictivas.
En el caso de adolescentes en crisis es importante considerar, además, que pueden vivir en una constante ambivalencia entre razones para seguir adelante frente a otras para no hacerlo, siendo la conducta suicida la única alternativa que parece viable.
Por eso el reto que se plantea es encontrar otras maneras de resolver los sentimientos o conflictos que, aunque temporales, parecen intolerables y eternos.
PREVENCIÓN
Para la OMS, la prevención del suicidio es una necesidad no abordada adecuadamente por las Naciones, ya sea por la falta de sensibilización acerca de su impacto o por el tabú que impide que se hable del tema.
Advierte, además, que es necesaria la colaboración tanto de sectores de la salud –a través de un enfoque innovador, integral y multisectorial– como de otras áreas; entre ellas la educación, el mundo laboral, la policía, la justicia, la religión, el derecho, la política y los medios de comunicación.
En forma individual, la prevención comienza por aprender tanto las señales de alerta como los factores de protección: aquellos que están a nuestro alcance y reducen significativamente el riesgo.
Según la OMS, por cada persona que se suicida y al menos 20 lo intentan
SEÑALES DE ALERTA
Existen señales de advertencia que pueden relacionarse con la presencia de una ideación suicida. Estas pueden ser:
Verbales:
- Comentarios negativos sobre sí mismo o sobre su vida. “No valgo nada», «mi vida no tiene sentido», “soy una carga para todos’, “estoy cansado/a de luchar».
- Comentarios negativos sobre su futuro. «Lo mío no tiene solución», “Las cosas no van a mejorar nunca».
- Comentarios sobre el acto suicida o la muerte. «Me gustaría desaparecer», «quiero descansar», «no vale la pena seguir viviendo “.
- Despedidas verbales o escritas. “Quiero que sepas que en todo este tiempo me ayudaste mucho».
No verbales:
- Cambio repentino en su conducta. Aumento significativo de la irritabilidad, bebidas alcohólicas en cantidades superiores y con frecuencia inusual.
- Periodo de calma y tranquilidad repentino posterior a una gran agitación.
- Lesiones recientes en alguna parte del cuerpo.
- Regalar objetos muy personales, preciados y queridos.
- Cerrar asuntos pendientes.
- Preparar documentos “para cuando no esté” (testamento, seguro de vida, etc.).
Si detectás en algún familiar o amigo alguna de estas señales de alerta o pensás que se encuentran en una situación potencial de riesgo, debés poner en marcha estrategias preventivas como las que se encuentran a continuación.
QUÉ HACER
Estrategia N°1 = Pedir ayuda. Es muy importante contar con el apoyo de agentes preventivos: médicos, psiquiatras, psicólogos, enfermeros, trabajadores sociales, familiares y amigos. En caso de riesgo:
- Centro de Asistencia al Suicida: 135 (en CABA y GBA) o (011) 5275-1135 — 0800 345 1435 en todo el país www.asistenciaalsuicida.org.ar
- SAME 107 o 911 en todo el país.
- Acudir a Urgencias del Hospital más cercano.
- Si está bajo tratamiento, contactarse con el especialista de referencia.
- Informar a las personas más cercanas de la situación que se está atravesando y de la importancia de darle apoyo.
Estrategia N°2 = Limitar el acceso a medios lesivos. Las personas suelen utilizar medios letales accesibles y conocidos. Por eso:
- Retirar todo material u objeto que podría ser usado con finalidad suicida.
- Si fracasó en un intento previo, usará un método más letal al anterior.
- En pisos altos, colocar rejas en aberturas y balcones.
- Retirar todos los medicamentos y fármacos.
Estrategia N° 3 = No dejarlo solo. Los sentimientos de desesperanza, la impulsividad y el aislamiento social son factores que multiplican el riesgo.
- Involucrar a la familia y a los amigos.
- Evitar el aislamiento: la compañía puede ayudarlo a expresar su estado emocional y a escuchar una visión más realista y ajustada sobre sí mismo y sus circunstancias.
- Mantener un contacto emocional cálido, sin ser invasivo. Transmitir esperanza.
- Ayudar a controlar la tensión emocional y favorecer la flexibilidad en la percepción de las cosas sin minimizar lo que el otro siente.
Estrategia N°4= Aprender a preguntar y escuchar. Para conseguirlo es importante…
- No juzgar ni reprocharle su manera de pensar o actuar.
- Tomar las amenazas en serio, sin criticar, discutir, utilizar sarcasmos, ni desafiar.
- No minimizar sus ideas ni entrar en pánico.
- Adoptar una escucha auténtica y reflexiva. Comprender que, por extraña que parezca la situación, está atravesando por un momento muy difícil en su vida.
- Usar términos y frases amables y respetuosas (p.ej. «Me gustaría que me dieras una oportunidad para ayudarte»).
- Hablar de la idea de cometer suicidio abiertamente y sin temor. Esto no incrementa el riesgo de desencadenar el acto y puede ser la única oportunidad de iniciar acciones preventivas.
- Conocer los motivos que lo llevan a querer acabar con su vida y barajar alternativas de solucionarlo o brindar apoyo emocional si ya no tiene solución.
VER TAMBIÉN → Qué es la depresión y cómo enfrentarla
MÁS INFORMACIÓN → www.suicidioadolescente.com.ar