Qué es la depresión y cómo enfrentarla

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La depresión no es un bajón pasajero ni falta de voluntad o pereza. Se trata de una enfermedad que requiere de atención y tratamiento. Te contamos cómo diferenciarla de la tristeza


Todos experimentamos tristeza de vez en cuando. Si terminamos una relación, por ejemplo, lloramos, comemos menos o más, nos enojamos, dormimos mal o nos sentirnos tensos y ansiosos. Estos síntomas generalmente desaparecen en algunos días y volvemos a sentirnos animados. Podemos decir que estuvimos deprimidos, bajoneados, melancólicos o simplemente tristes.

Estos estados de ánimo no son lo que los médicos llaman depresión ya que este rmino describe una enfermedad que se prolonga durante varias semanas y afecta tanto al cuerpo tanto como a la mente. Puede aparecer sin motivo y, en ciertos casos, poner en peligro las relaciones, el desempeño laboral y otras áreas de la vida.

La depresión no es el resultado de una debilidad de la personalidad, de la pereza o de la falta de voluntad. Se trata de una enfermedad, tiene tratamiento y es posible recuperar el bienestar y la alegría de vivir.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la depresión es un trastorno mental frecuente que afecta a 280 millones de personas en el mundo y representa la cuarta causa de discapacidad en cuanto a la pérdida de años de vida saludables.

TIPOS DE DEPRESIÓN

Los especialistas describen diferentes tipos de depresión:

Mayor o endógena. Sin motivos aparentes, generalmente es intensa o de grado muy severo. Tiene sus raíces dentro de la persona misma.

Reactiva. Es originada por situaciones externas: problemas laborales, muerte de un familiar, etc., que son tomadas de forma exagerada.

Distimia. Depresión leve pero crónica. Aunque puede ir y venir, los médicos llegan a este diagnóstico cuando es prolongada. Se caracteriza por la presencia de un humor irritable o deprimido, baja autoestima y estado de ánimo melancólico, triste y apesadumbrado. La psicoterapia puede resultar más útil que la medicación antidepresiva.

Desorden depresivo estacional. Depresión específica provocada por la reducción de la luz diurna a medida que se va acercando el invierno y los días son más cortos. La persona puede sentir deseos irrefrenables de comer golosinas, chocolate y tener mayor necesidad de dormir.

CÓMO DIFERENCIAR TRISTEZA Y DEPRESIÓN

Mientras la tristeza es una emoción que surge como respuesta de adaptación saludable ante una pérdida u otras experiencias negativas, la depresión se caracteriza por intensos sentimientos de desesperanza, desesperación y culpa que altera la capacidad de funcionamiento en la vida cotidiana.

Para diferenciar un estado depresivo de un «bajón pasajero» es importante distinguir entre:

  • Sentimiento de «pérdida» que puede ser real o imaginaria. Pérdida de un ser querido, de la salud, de una parte o función del cuerpo, del empleo o de la función social, de la juventud, del atractivo sexual, de la belleza, de los amigos.
  • Sensación de que ese estado no va a pasar jamás, presencia de un pesimismo profundo.

Un modo de reconocer la depresión es evaluar si el estado de ánimo afecta todos los aspectos de la vida, si dura dos semanas o más, o lleva hasta el punto de pensar en el suicidio. En esos casos es indispensable buscar ayuda.

También es importante consultar con un especialista cuando:

  • El malestar no es pasajero.
  • Te sentís sin fuerzas, desganado.
  • Tenés pensamientos derrotistas o malos.
  • Te falta esperanza y estímulo para seguir adelante.
  • Todo lo anterior se mantiene en el tiempo.

A QUIÉNES AFECTA

Se calcula que al menos 1 de cada 5 personas adultas sufrirá depresión durante su vida. Sin embargo, es una enfermedad que puede afectar a todas las edades.

Las mujeres la sufren hasta 3 veces más que los hombres.

SÍNTOMAS

Estos pueden ser:

Físicos:

  • Cambio abrupto del apetito: pérdida o aumento de peso.
  • Dificultad para dormir o sueño excesivo.
  • Problemas de concentración.
  • Pérdida de energía.
  • Fatiga.

Psicológicos:

  • Tristeza.
  • Pérdida de interés o placer en actividades que solían disfrutarse.
  • Ansiedad, inquietud, irritabilidad.
  • Sentimientos de desesperanza y abandono.
  • Sentimientos de descalorización.
  • Pensamientos de muerte o suicidio.

TRATAMIENTO

En primer lugar, se busca que los síntomas cedan y que el paciente se sienta bien. El objetivo siguiente es impedir que la depresión regrese, manteniendo el tratamiento aun después de la mejoría.

La medicación debe ser indicada y controlada exclusivamente por el médico, quien prescribirá fármacos específicos (antidepresivos, ansiolíticos u otros) y también indicará si hay necesidad de recibir apoyo especializado.

Entre los antidepresivos de uso más generalizado se encuentran:

  • Inhibidores de la monoaminoxidasa (IMAO): contrarrestan la acción de esta sustancia que inhibe a los neurotransmisores que operan en el sistema nervioso.
  • Inhibidores de la recaptación de serotonina: evitan la disminución de este neurotransmisor responsable de la sensación de bienestar.

La mejoría suele ser gradual. Por lo general comienzan a verse resultados positivos a partir de la tercera a la cuarta semana de iniciado el tratamiento. De no ser así, existe la posibilidad de ajustar o cambiar por otro enfoque que resulte más eficaz.

La psicoterapia, a través de la terapia cognitivo conductual, trabaja específicamente sobre los modelos de pensamiento negativo y puede tener efectos más duraderos que un tratamiento únicamente basado en medicación.

Ayuda a descubrir los hechos que preceden a una conducta y los que le siguen. Se utilizan cnicas para reforzar conductas saludables, se implementan modificaciones que contribuirán al autocuidado, una mejor alimentación y estrategias que ayudan a sentirse mejor.

RECURSOS QUE AYUDAN

Mantenerse activo. Hacer ejercicio físico es una de las claves para combatir la depresión. Un mínimo de ejercicio intensifica la sensación de energía; aumenta el flujo sanguíneo a los músculos y al cerebro y estimula el sistema nervioso para que produzca sustancias químicas que mejoran el estado de ánimo y producen sentimientos de bienestar.

Los beneficios son acumulativos. Es la totalidad de actividad lo que importa, no la manera en que se realiza. Para ponerse en marcha es necesario comenzar con actividades sencillas como caminar, hacer movimientos fáciles, hacer las compras a pie, pasear en bicicleta o arreglar las plantas.

Relacionarse. Las personas que sufren de depresión suelen aislarse; sus relaciones interpersonales se deterioran. Es importante elegir un amigo dispuesto a escuchar y ayudar o buscar apoyo en grupos de ayuda mutua.

Mantenerse ocupado. Iniciar nuevas actividades, aprender un idioma, estar en contacto con la naturaleza y con gente hace bien; permite reducir la ansiedad y el estrés.

Hacer cosas placenteras. Escuchar música, aprender cnicas de relajación, tomar sol, leer.

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