Así como muchas veces quedamos presos de hábitos nocivos que nos condicionan, nuestro cerebro está preparado para adoptar nuevas estrategias y cambiar el rumbo de las cosas. Aquí te presentamos algunas ideas fuerza que pueden ayudarte a enfrentar y superar las tentaciones
Disparador (evento) → Ansiedad (sentimiento) → Acción (comer).
Esta es la dinámica de la alimentación emocional. El uso de alimentos para extinguir los estados emocionales o «disparadores» puede llevar a un aumento de peso y patrones de alimentación poco saludables.
Es un trío potente porque aprovecha la poderosa capacidad del cerebro para formar hábitos profundamente arraigados basados en experiencias repetidas.
El cerebro humano aprende por asociación. Algunas personas establecen estas asociaciones poco convenientes entre los desencadenantes emocionales y el comer alimentos engordantes.
Pero el cerebro también es muy bueno para aprender nuevas estrategias. Una vez que hayas identificado los desencadenantes, entonces podrás averiguar qué va a hacer en su lugar. Para romper un hábito disfuncional es necesario reemplazarlo por un nuevo hábito saludable.
Para provocar un cortocircuito en tu comer emocional identificá qué desencadena el comportamiento y adoptá estrategias prácticas para desviar tu atención hacia hábitos más saludables.
Algunas ideas para poner en práctica, son:
1. Conocer los detonantes. Durante una semana anotá los siguientes ítems en el momento en que sientas la urgencia de comer “algo rico” ya:
- Dónde estás y con quién.
- Qué hora es.
- Cuál es tu sensación de “hambre” del 1 al 5 (1= para nada hambriento | 5= terriblemente hambriento).
- Cuál es tu estado emocional. Podés elegir entre las siguientes opciones:
- Qué estabas haciendo antes de la urgencia por comer.
- Cuál es el alimento que elegiste y la porción que comiste.
Esto permite identificar las razones emotivas que pueden esconder el acto de comer y la elección que hacés tanto del alimento como de la cantidad.
2. Tomate 5 minutos. Antes de sucumbir al comer emocional, poné a correr el cronómetro del celular durante 5 minutos. En ese tiempo…
- Respirá profundo y soltá el aire lentamente.
- Bebé líquidos frescos y sin calorías.
- Da un paseo, escuchá música.
- Leé o llamá a un amigo.
3. Evitá tentaciones. En lo posible no tengas en casa o la oficina alimentos ricos en calorías, especialmente aquellos con los que solés perder el control.
4. Sé paciente. Reemplazar un circuito afianzado lleva tiempo. Es muy posible que las primeras veces continúes sucumbiendo frente a determinada emoción. Hacer consciente el proceso ya es un primer paso. Poner en marcha un “Plan B” y estar dispuesto a repetirlo con perseverancia son las claves del éxito.
5. Pedí ayuda. Participá de un grupo de ayuda mutua o conversá con un profesional para encontrar más estrategias es importante porque, en algunos casos, el comer emocional da paso a un trastorno alimentario por atracones en donde la necesidad de azúcares y grasas se multiplica siendo necesarias grandes ingestas para calmar la ansiedad.
VER TAMBIÉN:
- Qué es el comer emocional y cómo enfrentarlo
- Comer por estrés: cómo evitar que la tensión emocional afecte tu alimentación
FUENTE: Pasaporte para vivir mejor, edición 2019.