Alegría: ventajas de experimentarla y 10 claves para construirla y disfrutarla ya mismo

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Queremos ayudarte a encender este motor que beneficia tu salud y aumenta la sensación de bienestar. Por eso, compartimos un decálogo que podés comenzar a poner en práctica ahora


La palabra alegría deriva del latín alicer o alecris, que significa ‘vivo’ y ‘animado’. Emoción humana por naturaleza, es básica junto con el miedo y la tristeza, entre otras.

El bienestar asociado a su experiencia es innegable. Al sentir alegría se vive un estado interior de frescura y luminosidad, generador de altos niveles de energía y de una poderosa comunicación, ya que quien está alegre lo revela a través de su apariencia, su lenguaje, sus decisiones y sus actos.

Como la alegría forma parte de un círculo de retroalimentación, cuanto más alegres estemos, mayor bienestar emocional tendremos y esto a la vez nos producirá más alegría. Un círculo virtuoso.

Asociada al optimismo y al placer, suele originarse por vivencias experimentamos como satisfactorias. Sin embargo, también puede propiciarse; ya que la actitud personal puede ser una invitación a la alegría.

10 IDEAS SIMPLES PARA CONSTRUIRLA Y DISFRUTARLA

1. Compartir los sentimientos positivos. Hacele saber a quienes te rodean lo gratificante que es su compañía, lo bien que salió el trabajo, lo agradecido que estás por la ayuda recibida… Utilizá el lenguaje para expresar tu bienestar. Es placentero para quien lo dice y para quienes lo reciben ya que ayuda a reafirmar las conexiones con los otros y a sostener emociones que de otra forma se desvanecerían.

2. Evitá ser el aguafiestas. A quién te acercarías más… ¿al que vive contando tragedias y bufando o al que pone en práctica “al mal tiempo buena cara”? Sin dudas el pesimismo es malo para uno y para el entorno, además de una forma efectiva de alejar a quienes nos rodean. Ojo que no está mal pasar por una etapa de cara larga, el problema es cuando se transforma en la expresión cotidiana con la que te levantás y acostás. ¿Es tu caso?

3. Reviví recuerdos felices. Priorizá en tu mente los pensamientos de instantes en que sentiste plenitud, placer, gozo, sorpresa, gratitud. Aquellas instantáneas que de solo recordarlas te dibujan una sonrisa. Repetilas en tu memoria, acudí a ellas en los momentos de tensión o abatimiento. Son un refugio, una vuelta a la calma. Quizá te brinden la posibilidad de serenarte y encontrar la solución al problema o dejar pasar el conflicto porque en definitiva no era tan terrible como imaginabas al comienzo. Respirá profundo y recordá que esto puede aprenderse. Tus neuronas son flexibles y responden a los estímulos que les brindes. Si focalizás en recuerdos felices, si los construís y los revivís, sentirás alivio y emociones positivas de esperanza y alegría a pesar de la tormenta. Sin dudas, tu mente puede transformarse en un oasis de calma.

4. Felicitate. Aunque muchos crean que vanagloriarse de los propios logros es soberbia, lo cierto es que el primero que debe reconocer que cumplió un objetivo y felicitarse por ello es uno mismo. Si bien el aplauso de los otros es placentero, resulta más duradero el bienestar personal que se siente por las cosas bien hechas. Date el reconocimiento y, en lo posible, date un premio (una prenda de vestir, un libro, un masaje, una salida…).

5. Afiná los sentidos. ¿Alguna vez comiste tu bocado preferido con los ojos cerrados? Hacelo. Degustalo lenta, muy lentamente… Prestá especial atención al sonido de la risa de tu hijo, sentí la suavidad de la piel de un bebé o la tersura de las manos de tus padres, relajate en el calor del abrazo de tu pareja o de un amigo, dejate llevar por la música… Focalizar los sentidos aumenta la experiencia placentera, ayuda a saborear el instante, conecta con el “aquí y ahora” y permite guardar mejor los recuerdos, por lo que al revivirlos serán más intensos y persistentes.

6. Dejate llevar. Quienes han logrado un nivel de concentración total en lo que hacen afirman que sienten que el tiempo vuela, que la energía fluye, que nada más importa: solo el presente y lo que están haciendo. Esto, conocido como flow -flujo- es una de las consecuencias más beneficiosas de aprender a saborear el momento. Se trata de un estado mental y físico que se alcanza cuando uno está completamente implicado en la actividad. Es tan reconfortante, que muchas personas logran transformar tareas rutinarias, trabajos aburridos o circunstancias adversas en experiencias subjetivamente controlables, de las que pueden extraer algún grado de satisfacción y que, en ocasiones, han propiciado descubrimientos, innovaciones o producciones sorprendentes.

7. Reíte más. Un estudio publicado en la revista New England Journal of Medicine volvió a confirmar que la risa reduce la percepción del dolor, ayuda a mantener elásticas las arterias, estimula el sistema inmunitario, disminuye la acción de las hormonas del estrés y promueve la liberación de endorfinas, hormonas de la felicidad. Si sale natural, fantástico. Si no, mirá películas cómicas, buscá chistes en internet o reunite con amigos que los cuenten con gracia. Junto con un pensamiento positivo son el dúo invencible para saborear el instante y, frente a los conflictos, ayuda a poner en práctica la frase… “si la vida te da limones… ¡hacé limonada!”.

8. Construí la alegría. En lugar de sentarte a esperar que los buenos momentos se presenten, es tiempo de que seas el artífice de ellos. Algunas formas sencillas pueden ser:

  • Darte permiso de volver a la niñez: compartir juegos con los chicos, correr, andar en bicicleta, hamacarte…
  • Tener fotos alrededor, siempre. De tus amigos, de momentos únicos, de tus familiares, de tu mascota.
  • Bailar cada vez que puedas. No desperdicies la oportunidad y propiciala en casa. No importa cómo lo hagas, lo importante es que te sueltes y lo disfrutes.
  • Escribí un “diario feliz”. Al terminar el día, repasá aquellas situaciones que te dibujaron una sonrisa y anotalas. Cualquier evento es importante: desde el reconocimiento en el trabajo hasta una merienda serena, una caminata por la plaza o el dibujo que te regaló tu hijo o tu nieto.

9. Sé agradecido. Dar las gracias a un amigo, a un extraño que te cedió el paso, a tu pareja que te preparó el desayuno, a la vida por el instante disfrutado, a Dios, al Universo… ayuda a ser más consciente de los dones recibidos, de los logros, de la compañía, del sostén con que contamos.

10. Proponete saborear el instante. Aunque al comienzo puede representar un esfuerzo (principalmente si te pasan desapercibidos los pequeños detalles de la dicha cotidiana), es importante que te esfuerces por reconocer esos instantes únicos para atesorarlos. La alegría está construida precisamente de esos destellos fugaces, de la suma de momentos en los que te sentís conectado con tu interior y con el mundo que te rodea.

Además de todo lo anterior, la alegría actúa como un excelente reforzador de conductas. Es decir: sentir alegría tras la ejecución de una acción aumenta la probabilidad de que la repitamos.

Por eso, la alegría es otra clave para perseverar en nuestras metas a largo plazo como el cuidado de la alimentación y el ejercicio, por ejemplo.

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