Frente a esta modalidad mucho más frecuente desde la pandemia, resulta conveniente tomar ciertas precauciones ya que trabajar tan cerca de la heladera y la alacena suele ser tentador y engordante. Por eso es necesario establecer reglas prácticas para aprovechar al máximo el teletrabajo cuidando tu peso y tu salud
La tendencia a instalar la oficina en casa llegó con la pandemia de coronavirus y todo indica que será por un tiempo prolongado. Y aunque uno pueda pensar lo contrario, esta forma de trabajo es posible que supere a la rutina de trabajar afuera en lo que a estrés y elecciones poco saludables se refiere.
Si hasta que se desató la pandemia trabajaste en una oficina fuera de casa, basta recordar qué guardabas en los cajones de tu escritorio… ¿Golosinas? ¿Galletitas? ¿Saquitos de té o café instantáneo? En muchos casos el enemigo de tu dieta y de tu salud se escondía en un lugar tan cercano que pasaba desapercibido.
Al repasar un día “clásico” en el trabajo, quizá era frecuente comer “esa” medialuna de la docena que alguien llevó para compartir con los compañeros, “ese” chocolate de la máquina expendedora, “ese” vaso de gaseosa común o “ese” delicioso capuchino dulce de la máquina de café.
Si te identifica esta rutina de las horas laborales, no estás solo. Estudios recientes, incluyendo algunos realizados por la Asociación Dietética Americana muestran, además, que:
- Más de un tercio de los oficinistas desayuna al lado del teclado.
- Dos tercios mastica con regularidad su almuerzo frente a la computadora.
- Nueve de cada diez comen a lo largo de las horas laborales.
- Un 7% cena en la oficina.
¿Esto te parece negativo? ¿Se diferencia mucho de tu rutina de trabajo en casa? Quizá te sorprenda saber que el home office, sin planificación, puede ser incluso peor.
Un cálculo rápido revela que, en 40 días de home office, una persona que no organiza su alimentación podría aumentar entre 3 y 5 kilos de la mano de bebidas azucaradas y alcohólicas, dulces y comida chatarra.
Más allá de la presión y del estrés que puede generar una jornada larga de trabajo en casa, rodeado de las contingencias domésticas que aumentan en las familias con niños, el desorden alimentario, el picoteo y la ingesta de productos que no satisfacen las necesidades nutricionales ni resultan suficientes para brindar saciedad terminan complicando el peso del mejor intencionado.
¿Y la bebida? El café reina por excelencia tanto en la oficina presencial (muchas empresas tienen máquinas expendedoras o cafeteras de las que sus empleados se sirven libremente) como en la doméstica, aumentando drásticamente la cuota diaria de cafeína recomendable, a lo que se suman las bebidas cola (muchas veces comunes, no light). Como resultado aumentan el estrés, el ritmo cardiaco, la irritabilidad y el nerviosismo. ¿Cómo calmarse? Comiendo “algo dulce y rico” para “premiarse” por tantísimo sacrificio.
Si en algún momento pensaste que era mucho mejor trabajar en pantuflas desde la comodidad del living es muy probable que al poco tiempo el entusiasmo inicial se haya disipado. La realidad, como seguramente ya sabés, es que trabajar en casa requiere de una energía extra y mucha planificación.
No solo es complicado destinar un sector físico a la “oficina rodante” sino, además, cumplir con un horario y combinar la demanda laboral con las múltiples demandas domésticas. Antes, el tiempo fuera de casa tenía una estructura casi fija que, más allá de lo bien o mal que funcionara, era conocida. Ahora, con todo más a mano pero al mismo tiempo dependiendo de vos (la compra, la elaboración de alimentos, la higiene del lugar, el cuidado de la familia, etc.) el tiempo parece no ser suficiente y se superponen las tareas y obligaciones aumentando la dosis de estrés.
En este panorama la alimentación suele ser una de las áreas más afectadas. Para priorizar el trabajo muchos eligen soluciones prácticas, listas, rápidas. Picotean durante el día para engañar al estómago o comen a las apuradas antes de la reunión de zoom.
Trabajar en casa también es la puerta de entrada a múltiples tentaciones: las galletitas o golosinas que comprás “para los chicos”, el resto de la torta del cumple, los snacks del fin de semana…
Las consecuencias son conocidas: aumento de peso, cansancio, ánimo irritable, pesadez y sueño.
Así es como el círculo “vicioso” se refuerza hasta parecer inquebrantable.
La solución no es una sola, son muchas.
Todas comienzan con su decisión: buscar alternativas que te permitan aprovechar la estadía en el hogar para comer alimentos saludables, aumentar tu bienestar y cuidar tu peso planificando una alimentación a consciencia.
Después de todo, no es el home office lo que te está engordando; sino la suma de las decisiones que tomás a diario. Para dar vuelta esta historia, ORGANIZACIÓN es la palabra clave.
VER TAMBIÉN: