Una experiencia límite, una situación violenta o un accidente pueden disparar este trastorno de ansiedad que afecta gravemente y en forma persistente la calidad de vida de las personas. Esta afección que se multiplica durante situaciones como la pandemia de coronavirus debe ser abordada con terapia psicológica, psicofármacos y técnicas de respiración y relajación corporal
Asaltos, secuestros, bombardeos, violaciones, catástrofes naturales, situaciones de violencia, accidentes, atravesar una enfermedades graves o la muerte repentina de un ser querido. Estas son algunas de las vivencias límite pueden desencadenar la aparición del Trastorno por estrés postraumático (TEPT), una afección que se encuentra dentro de los Trastornos de ansiedad según la clasificación del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM V).
Principales síntomas
El TEPT se revela a través de una serie de síntomas que incluyen:
– Reexperimentación persistente del acontecimiento traumático (recuerdos, sueños, sensación
de revivir el hecho, malestar intenso).
– Evitación persistente de estímulos o situaciones asociadas al trauma (actividades, lugares, personas);
– Alteración que causa malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento;
– Presencia de síntomas ausentes antes del trauma (insomnio, irritabilidad, ira, hipervigilancia,
dificultad de concentración, sobresalto).
Estas señales pueden aparecen hasta 6 meses después de haber presenciado o sido víctima de un acontecimiento traumático y real que puso en peligro la vida propia o de otros.
Grupos de riesgo
Aunque la sensación de inseguridad continúa creciendo no todas las víctimas de un hecho violento y/o estresante desarrollan este trastorno. Para que esto suceda se requiere de la
combinación de factores:
– Psicológicos (personalidad vulnerable);
– Genéticos (predisposición biológica);
– Sociales (situación familiar).
En circunstancias normales, las hormonas y los químicos del estrés secretados por el organismo ante un evento estresante vuelven, en poco tiempo, a sus niveles normales. En personas vulnerables el cuerpo sigue secretando estas sustancias manteniendo un nivel de estrés crónico que, asociado al trauma, da paso al TEPT.
Consecuencias
Vincularse con nuestro entorno e interactuar es indispensable para tener una vida digna. Tal como sostiene el Nóbel Amartya Sen: “La incapacidad de mantener interacciones sociales deteriora el sentido de pertenencia” (Naciones Unidas– CEPAL, 2007).
El haber sufrido (o sentirse amenazado de sufrir) un hecho delictivo influye en la vida social de las personas constituyendo un problema grave. De acuerdo a los resultados de la Encuesta de la Deuda Social Argentina (EDSA, 2016), el déficit de sociabilidad se manifiesta a través de:
– Abandono de la vida social y aislamiento (producido por un temor creciente que paraliza),
– Angustia y problemas famliares (discusiones, incomprensión del entorno),
– Problemas laborales (ausentismo, deficiente productividad) que el cuadro origina.
Diagnóstico
La consulta frente a la aparición de los primeros síntomas resulta vital para acceder al diagnóstico.
El especialista preguntará por los síntomas y su duración y la situación desencadenante.
Los exámenes físicos y de laboratorio permiten determinar si existe otra enfermedad que presente los mismos síntomas.
Tratamiento
– La combinación de psifármacos y psicoterapia es la base del enfoque terapéutico.
– Los fármacos para tratar los síntomas son antidepresivos y ansiolíticos.
– La psicoterapia aporta técnicas de relajación y respiración además de métodos cognitivos para racionalizar los hechos traumáticos y ayudar a la víctima a superarlos y a perder el miedo que le produjo.
Señales de Trastorno por estrés postraumático (Autotest)
(Anote cada afirmación que se ajuste a su experiencia personal).
– Tengo sueños recurrentes con imágenes relacionadas al hecho traumático.
– Tengo la sensación de estar pasando por la experiencia nuevamente.
– Luego del evento…
*No me emociono fácilmente.
*Tengo dificultades para expresar lo que siento.
*Ya no me intereso por mis actividades.
*Prefiero estar solo.
*Mi estado de ánimo está alterado.
*Perdí el sentido del humor.
*Me volví excesivamente irritable.
*En ocasiones me pongo agresivo.
– Pensar en el futuro me genera nerviosismo e incertidumbre.
– Me cuesta mucho concentrarme.
– Vivo mirando alrededor, vigilando todo el tiempo.
– Siento miedo de volverme loco o de perder el control.
Con frecuencia siento…
– Taquicardia, palpitaciones u opresión en el pecho.
– Temblores, mareos.
– Dolor de cabeza.
– Sudoración excesiva.
– Sensación de desmayo.
– Náuseas.
– Trastornos intestinales.
– Dificultades para dormir profundamente.
Resultados:
Si usted presenta tres o más de las señales del cuestionario…
– Consulte con un especialista para que lo evalúe
– Realice actividades que promuevan la distracción y recreación y ayuden a alejar los pensamientos de la situación traumática.
– Evite el aislamiento. Un buen soporte social ayuda a una rápida recuperación.
– Deje fluir al recuerdo del evento: Expresar los sentimientos ayuda a desarrollar algún sentido de control sobre la experiencia traumática.