Los comienzos de año suelen hacernos pensar en la necesidad de realizar algunos cambios para mejorar nuestra vida. La cuestión es que es que esas modificaciones implican compromisos y esfuerzos que deben ser sopesados. De lo contrario, en vez de mejorar nuestro presente podemos generar una nueva frustración
Hace poco estrenamos un año nuevo. Y junto a las oportunidades que nos regala el 2020 empieza la lista de cosas por hacer, ya sean pendientes o nuevos desafíos, porque este es el año en que bajará de peso, terminará la carrera o empezará una, dejará de fumar, se mudará…
Si hace tiempo está planeando cualquiera de estas cuestiones u otras, seguramente haya evaluado los beneficios del cambio… ¿pero evaluó el esfuerzo que requiere alcanzar su objetivo?
Supongamos que se propone bajar de peso. Los beneficios dependerán de cómo se sienta con los kilos que le sobran, pero en líneas generales pueden incluir:
• Mejor salud y figura.
• Aumento de la autoconfianza y la autoestima.
• Vida social más activa.
• Más energía y vitalidad.
• Usar ropa que le guste…
La lista de esfuerzos necesarios podría incluir, por ejemplo:
• Ir al médico/nutricionista, asistir a reuniones grupales.
• Comprometerse con una rutina de movimiento.
• Dejar de comer todo lo que le gusta en cualquier momento y cantidad.
• Hacer las compras más seguido, chequear que la alacena y la heladera tengan todo lo necesario para el plan.
• Decir “no” a veces.
• Hacer el registro de comidas y la curva de peso.
Según su organización actual, la reingeniería necesaria para bajar de peso puede ser más o menos compleja. Y dependerá también, por supuesto, de las razones por las que terminar con esos kilos de más se convirtió en una prioridad.
Supongamos los casos de Roberto y Beatriz.
Roberto tiene que bajar 20 kilos y su esposa lo presiona para que adelgace. Entre los beneficios rescata que podrá terminar con la insistencia de su mujer y verse mejor. En la lista de esfuerzos anota que no podrá seguir comiendo como lo hace, que tendrá que hacer ejercicio y organizarse en el trabajo y que deberá asistir a reuniones para seguir el tratamiento.
Beatriz tiene que bajar 12 kilos y está cansada de sentirse pesada. Entre los beneficios destaca que tendrá más energía y mejor autoestima, que se verá más atractiva, que tendrá más salud y menos cansancio y también anota que elegirá ropa más linda. En la lista de esfuerzos reconoce la necesidad de organizar comidas, ser constante y beber menos alcohol.
Ambos evaluaron los beneficios de adelgazar y los esfuerzos de comenzar un programa y llegaron a diferentes conclusiones. Los beneficios son más fuertes en el caso de Beatriz, por lo que ella se esforzará más y logrará su objetivo.
Con Roberto es diferente: al hacer la lista vio que comenzar un programa en ese momento tiene desventajas para él; aunque algún tiempo después, cuando pudo reconocer cuáles eran sus propios beneficios -más allá de la insistencia de su esposa-, se sintió motivado, adhirió al programa y alcanzó su objetivo con éxito.
Podemos aprender dos cosas de la historia de Roberto:
- Decidirse a no comenzar un programa a veces puede ser sabio. Si intenta adelgazar y fracasa puede sentirse amargado y culpable. Esperar otro momento a veces puede prevenir un fracaso.
- Decidir que no es el momento puede ser una excusa para no hacer el esfuerzo. Una prueba sencilla puede ser comer un poco menos y hacer más ejercicio durante solo 2 semanas, como si fuera un ensayo. La extrema dificultad puede ser una señal de la necesidad de revisar los beneficios. Pero si lo hace bien, tal vez se anime a continuar mejorando a medida que adelgaza.
En cualquier caso, y antes de iniciarse en la aventura de cumplir un objetivo, haga una lista de beneficios y esfuerzos. Si la balanza se inclina en dirección a iniciar un programa, entréguese sabiendo que, de todos modos, habrá altibajos. Si la lista de esfuerzos pesa más, reconsidere si es el mejor momento para comenzar. Tal vez todavía no percibió completamente los beneficios personales en términos de salud y calidad de vida.
En cualquier caso, el protagonista de cada cambio es usted. Si cree que puede, tiene razón… y si siente lo contrario, también.
Dr. Alberto Cormillot