En el Día Internacional de la Danza te contamos por qué el baile puede ser tu aliado para sumar minutos activos y placenteros
El hombre danza desde que puso los pies sobre la Tierra.
Steven Mithen, profesor de arqueología en la Universidad de Reading (Reino Unido), asegura que los habitantes de las cuevas prehistóricas disfrutaban sonidos y ritmos parecidos a los de los actuales grupos de rap.
Según este investigador británico, el hombre de Neandertal -ancestro del hombre moderno que habitó el planeta hasta hace unos 40.000 años- tenía su propia música y danza.
El baile es un canal de comunicación, oportunidad de distracción, juego y entrenamiento, relax, conexión con el interior y factor de socialización, puente de las emociones, herramienta para descargar tensiones y cargar energía, tónico indiscutible contra la mala onda, movimiento, acción, vida.
Entonces… ¿por qué no usarlo, además, terapéuticamente? Hace mucho tiempo que bailar no solo se asocia con el espectáculo y el aprendizaje profesional sino que trascendió las fronteras de lo artístico para aliarse con la salud debido a los múltiples beneficios que ofrece al cuerpo, la mente y el espíritu tanto en el fortalecimiento personal y la prevención de enfermedades como así también en la rehabilitación.
Esto se debe a que bailar es una actividad ideal para…
- Todas las edades.
- Todos los estados de salud. Incluso las personas con obesidad severa pueden bailar sentadas poniendo en movimiento su tronco superior.
Además, el ser humano es una unidad “cuerpomente” indisoluble, un ser bio-psico-social, razón por la que el uso terapéutico de la danza favorece su integración emocional, cognitiva, física y social indispensable para aumentar su bienestar.
Lejos de aspirar a la formación de artistas o bailarines, bailar permite reencontrarse con el cuerpo, disfrutarlo, fortalecerlo, mejorar la imagen corporal y desarrollar el movimiento consciente.
BENEFICIOS
Físicos
- Mantiene la movilidad articular.
- Mejora la fuerza.
- Aumenta la elasticidad de tendones y músculos.
- Evita la pérdida de masa ósea.
- Disminuye la fatiga física adquirida en las malas posturas cotidianas y ayuda a la re-educación corporal, trabaja la coordinación y la flexibilidad.
- Permite mantener un peso corporal saludable.
- Fortalece el sistema cardiovascular.
- Mejora el sistema respiratorio.
- Reduce el riesgo de hipertensión y diabetes.
- Mejora la salud cardiovascular.
- Disminuye el riesgo de caída en personas mayores.
Psicológicos
- Reduce el estrés y el riesgo de depresión.
- Aumenta la producción de endorfinas y dopamina, sustancias que estimulan el sentimiento de bienestar.
Bailar, además…
- Abre la mirada, conecta, estimula, favorece la creatividad.
- Ayuda a que el cuerpo exprese lo que a veces no puede traducirse en palabras.
- Mejora la consciencia espacial y la propiocepción (reconocimiento de nuestras posturas).
Bailar promueve un esfuerzo físico que favorece el adelgazamiento y el mantenimiento de los logros. A las ventajas saludables que ofrece como ejercicio, en el caso de la obesidad se suma el trabajo con la consciencia corporal, la pérdida de peso y la posibilidad de firmar la paz con el cuerpo; tres beneficios necesarios para controlar la enfermedad en el tiempo.
En resumen: el baile ocupa un lugar cada vez más importante en el cuidado de la salud y es una de las actividades preferidas para ponerse en movimiento.
Yo encontré en el tap la mejor manera de mantenerme activo, y lo que empezó tibiamente se transformó en mi pasión, en mi actividad física, mi cable a tierra, en un desafío de mejoramiento que no tiene fin.
Vos podés hacer lo mismo. Buscá el ritmo que más disfrutes, aquel que te conecta, te traslada, te estimula y entusiasma. Tango, salsa, folclore, árabe, zumba, reggaetón, el que sea. Averiguá dónde se reúnen los grupos en tu barrio, en los gimnasios, en las plazas. Al hacerlo, buscá tres cosas:
1) Un lugar con un buen instructor que te haga sentir comodidad. Cambiá si al probar una clase no te agrada.
2) Tiempo. A pesar de las corridas de todos los días, todos tenemos 1 hora disponible… encontrá la tuya.
3) Romper con las excusas internas: “no sé bailar”, “no me gusta”, “no puedo”, “no me acompañan”… Si tenés la aprobación de tu entorno, disfrutala. Sino, recordá que es tu vida y no la de los demás.
En conclusión… ¿hace mucho que sos sedentario? ¡BAILÁ! ¿No te gusta hacer gimnasia? ¡BAILÁ! ¿Te aburre caminar solo? ¡BAILÁ! ¿Querés bajar de peso? ¡BAILÁ! ¿Querés cuidar tu salud? ¡BAILÁ! ¿Tenés más de 50 años? ¡BAILÁ! ¿Tenés menos de 50 y más de 3? ¡BAILÁ!

VER TAMBIÉN → Bailar protege al cerebro