Cuando uno tiene un problema puede hacer tres cosas: negarlo, justificarlo o resolverlo. A estas dos últimas posibilidades se refiere el doctor en esta reflexión en la que queda demostrado que muchas veces el camino que parece más corto resulta ser el más largo
En el caso de la obesidad hay muchas creencias que la gente utiliza para justificar su estado. Por ejemplo dicen: «A la comida le ponen algo, por eso engordo». Y claro!, a la comida le ponen azúcar, le ponen harina, le ponen grasa, le ponen rico gusto y la gente come más, ¿no?
Ahora cayó un poco en desuso, pero en una época muchos usaban una excusa impactante: «Yo tengo sobrepeso porque tuve un trauma infantil». Y la persona sostenía que hasta que no lo resolviera el trauma no iba a bajar. Cuando se le preguntaba cuándo lo iba a resolver, respondía: «Estoy viendo…»
También están los que tiene creencias para resolver la obesidad. A algunos les gusta pensar que lo puede resolver con el ayuno intermitente, otros estudiando los chakras, hay quienes prefieren las energías universales y hasta los bucean en las vidas pasadas. Otros prefieren comer sin carne, sin leche, sin harinas y hasta sin nada o apostar a la medicina germánica o ayurvédica. Todo esto no hace más que postergar el tratamiento que debemos encarar para resolver nuestro problema de salud.
Y una vez que iniciamos el tratamiento surge otra creencia mágica que esta relacionado con las expectativas que genera el tratamiento. La mayoría cree que puede bajar uno o dos kilos por semana cuando en realidad lo normal es bajar 0,4 por mil, es decir que una persona de 100 kilos puede bajar 400 gramos cada siete días, que no es poco. Porque en 50 semanas vamos a haber bajado 20 kilos. Esto le resolvería el problema de manera sostenible al 80% de la gente que tiene sobrepeso en el país. Pero lamentablemente a muchos parece no alcanzarles.
En muchos casos en este punto se produce el «triunfo» de la esperanza sobre la experiencia y volvemos a estar en problemas, ya que la mayoría cree que puede bajar dos kilos por semana. ¿Cuantas veces lograste bajar dos kilos por semana?, le preguntás. «No lo logré», te dicen. ¿Cuántas veces lo intentaste y cómo te fue?. «Veintisiete y mal, pero está vez es distinto y me va salir. Yo para bajar 300 gramos no empiezo un tratamiento…»
No empecés entonces y seguí con sobrepeso, les respondo. Recién el día que pensés con realismo y humildad qué es lo que te conviene vas a resolver el problema.
Dr. Alberto Cormillot