El excesivo consumo de agua suele ser causa y efecto de otros trastornos alimentarios como bulimia y anorexia. Sus consecuencias son múltiples y de alto riesgo. Cómo tratarla
Que el organismo necesita ingerir agua para su correcto funcionamiento no es ninguna novedad. Spots publicitarios, televisión, revistas y diarios alientan al consumo de dos litros diarios para mantener una buena salud física y mental.
Pero ¿qué pasa cuando este comportamiento cotidiano se torna obsesivo? ¿Qué sucede cuando se ingieren litros y litros de líquido? Su nombre es potomanía (también polidipsia psicogénica o polidipsia primaria), una rara enfermedad que se relaciona con el mundo de los trastornos de la alimentación.
Según Edgardo Ridner, presidente de la Sociedad Argentina de Nutrición, “es un desorden psiquiátrico extremadamente extraño, caracterizado por la ingesta de bebida (agua, por lo general) lo suficientemente elevada como para reducir la concentración de sodio en la sangre por debajo de los niveles normales. Por su fuerte componente mental tiende a ser considerado como una afección psiquiátrica”.
Quien lo padece ingiere grandes cantidades de agua (8 a 15 litros diarios) de una manera obsesiva, con el fin de aprovechar los beneficios de la ingesta al máximo.
«Esta conducta compulsiva está determinada por una idea errónea en relación a los efectos de esta bebida, como la purificación del organismo, disminución del apetito o control del peso”, explica la Licenciada María Laura Santellán, psicóloga especialista en Trastornos de la Conducta Alimentaria.
“Cuanto más aumenta la ingesta de agua, más se le presenta a la persona como un imperativo. El circuito obsesivo crece y lleva al sujeto a estar obsesionado por beber líquido” cuenta Santellán. “Erróneamente, se confunde este síntoma con la polidipsia psicogénica, que ocurre cuando se bebe mucha agua porque algo está sucediendo dentro del sistema de la persona”, dice Sebastián Soneira, psiquiatra de la Clínica de Nutrición y Salud del Doctor Alberto Cormillot.
Con bulimia y anorexia
Es habitual que este síndrome aparezca dentro del complejo sintomático de un trastorno alimentario, tal como la anorexia y bulimia nerviosa. El consumo excesivo de agua dentro de estos cuadros condice con la búsqueda del control del peso.
“La ingesta abusiva de agua se utiliza para mitigar el hambre, ayudar a la pérdida de masa corporal e inclusive para el control de los famosos atracones (ingesta incontrolada de grandes cantidades de alimento en poco tiempo)”, detalla la profesional.
Soledad Catalano, psicóloga del equipo del doctor Alberto Cormillot, cuenta que “es muy frecuente que algunas pacientes con estos síndromes presenten ingestas de líquido desmesurado y excesivo con el objetivo de inducir la saciedad y aumentar el control del apetito o, en el caso de la anorexia, engañar con respecto al aumento de peso cuando son controladas por sus profesionales”.
La potomanía sigue un patrón semejante al obsesivo/compulsivo de otros trastornos indefinidos como la vigorexia (la preocupación desmedida por el físico y una distorsión del esquema corporal, que suele darse en hombres) u ortorexia (obsesión patológica por comer comida considerada saludable por la persona). Es por ello que hoy integra los Trastornos Alimentarios No Específicos (TANE).
Consecuencias
La potomanía tiene efectos muchas veces dramáticos que afectan de manera aguda y crónica la salud del paciente. “El consumo descontrolado de agua produce dilución de sodio, potasio, magnesio en sangre, con la aparición de diferentes signos físicos como calambres, agotamiento, pérdida de agilidad mental y graves alteraciones de la función renal. También puede haber presencia de náuseas, diuresis, cefalea, convulsiones y afecciones cardíacas. En caso de no recibir tratamiento, este trastorno puede tener consecuencias fatales, como el coma o la muerte”, cuenta Santellán.
“El principal efecto se llama hiponatermina dilucional, que es la baja de sodio porque éste se diluye, y en consecuencia aumenta el soluto, o sea el agua; vendría a ser una deshidratación pero con mucho H20. Los síntomas son primero somnolencias, letargo, estupor, debilidad muscular, hasta llegar al coma”, informa Soneira.
“Los anuncios de agua mineral deben tener en cuenta que es beneficiosa y necesaria, pero en forma excesiva resulta altamente peligrosa. Es deseable recomendar la ingesta de dos litros aproximados de agua por día, no más. El control de los mensajes publicitarios debiera estar regulado a los fines de no favorecer mensajes confusos que insten al consumo excesivo en pro de la delgadez. Hay un límite fisiológico que se debe respetar”, concuerdan los especialistas.
Mujeres y deportistas, en riesgo
La población más afectada suelen ser las mujeres, que comienzan con el hábito de consumir más cantidad de agua para regular el apetito y mejorar la condición de la piel, entre otros fines.
Los deportistas también suelen padecerla. “En una cultura plagada de información e imperativos sobre belleza, delgadez y salud, es posible que más de una persona enferme como consecuencia de este factor cultural, sumado a otros factores predisponentes”, enfatiza Santellán. Gran parte de quienes lo sufren no son conscientes de su problema y esto hace que no busquen apoyo terapéutico.
Las consecuencias de este tipo de conducta, como el sobreesfuerzo que deben hacer los riñones, pueden llegar a ser muy grave y, aun así, la persona no lo sabe o no quiere reconocerlo.
El tratamiento debe ser interdisciplinario, se necesita psicoterapia acompañada, en algunos casos, de tratamiento psicofarmacológico, para disminuir la idea obsesiva y la conducta compulsiva de la ingesta de agua. A su vez, se requerirá un seguimiento nutricional para rehabilitar los hábitos tanto con lo líquido como lo sólido.
Fuente: Clarín