Reflexiones y claves del doctor Cormillot para tener éxito en el autocuidado del peso

11904

Cuántas veces se preguntó “¿por qué, aún sabiendo lo que tengo que hacer, no lo hago?”. Aquí le presentamos las estrategias más útiles para enfrentar esta duda tan frecuente entre quienes son conscientes de su necesidad de bajar de peso


La mayoría de las personas sabe que, para bajar de peso saludablemente, el mejor camino es la combinación de hábitos nutricionales adecuados y actividad física regular. Sin embargo, muchos no logran sostener los esfuerzos en el tiempo o se dejan seducir por propuestas falsamente rápidas y milagrosas.

¿A qué se debe esto? No hay una respuesta, sino varias; ya que frente a cualquier situación de la vida (incluyendo los cambios de hábitos), existen estas alternativas…

1. «Preparen, apunten… ¡Fuego!», dicen algunos.

2. «Preparen… ¡Fuego!… Apunten», dicen otros.

3. «¡Preparen, preparen, preparen!», es el lema de muchos.

4. «¡Fuego, fuego, fuego!»,  es el grito de guerra de los eternos dieteros.

¿Cuál elige? La primera opción será la más conveniente para batallar exitosamente contra los kilos de más. Y, como puede ver, es una cuestión de actitud y de orden, ni más ni menos.

Entonces… ¿por qué no hace lo que sabe que tiene que hacer?

No lo hace porque…

  • Se rompe su compromiso personal. A veces se cambia de decisión y adelgazar pasa a ser secundario. Otras, no se está dispuesto a pagar el precio (tiempo, esfuerzo, dinero). Si es así, es conveniente cambiar el «no puedo hacerlo», por el «por ahora postergo la decisión». De esta manera, usted continúa siendo protagonista de sus cambios, porque puede decidir cuándo realizarlos. Además, ayuda a mantener en alto la filosofía de la responsabilidad como sistema de vida.
  • Le gana la impaciencia. Es como querer llegar de Buenos Aires a Mar del Plata en auto… ¡en sólo 2 horas! La impaciencia transforma muchos proyectos en inviables porque hace olvidar una de las dimensiones indispensables para cualquier actividad humana o de la naturaleza: el tiempo. Un embarazo lleva 9 meses, excepcionalmente 8 ó 7, pero no menos. Los árboles tardan en crecer y hasta el mundo necesitó bastante tiempo para formarse. Los cambios necesitan tiempo, perseverancia, paciencia. Adquirir nuevos hábitos de alimentación y movimiento, también.
  • Se deja llevar por la soberbia. Es el querer hacer algo sin ayuda, sin apoyo, sin herramientas, sin buenas ideas que reemplacen a las anteriores. A la hora de adelgazar, por ejemplo, es preciso rodearse de recursos útiles para modificar aquellas actitudes que atentan contra la meta que persigue. Sin ellas, el camino puede  hacerse cuesta arriba. Pedir ayuda y aceptarla es un primer paso hacia la recuperación.
  • Está “estresado”. Para muchos, el estrés es un «disparador» del descontrol. Es el caso de quienes no pueden separar los problemas de la comida. Mantenerlo bajo control es importante porque el ser humano es un «todo» y si se altera una parte, se descompone el resto. La mente ocupada con el estrés, por ejemplo, se queda sin energía para focalizarse en la alimentación saludable. Para muchos, comer es la manera conocida de enfrentar los problemas o de calmarse, al menos por un rato. Cambiar esta conducta también lleva tiempo y práctica. De a poco, es posible modificar los guiones mentales interiores. Para lograrlo hay que detectar a los enemigos internos, que son nuestros propios pensamientos, y reemplazarlos por otros que sean consecuentes con la decisión de cambiar el estilo de vida para disfrutarla de manera plena.
  • Suele complacerse demasiado. La complacencia es la más astuta de las acechanzas del que quiere recuperarse. Suele venir después del éxito, sea este de una semana, un mes o un año de tratamiento. Es el caso de los que luchan en la adversidad y se caen en los logros. El que empieza tiene cautela, pero si después de algunas victorias se agranda perderá la necesaria prudencia. Sea cauteloso y festeje con moderación sin olvidar que la gordura puede desaparecer… pero la obesidad persiste aunque no se vea porque es una enfermedad crónica que lo acompañará toda la vida.
  • Siente una excesiva auto-conmiseración. «¡Pobre de mí que no puedo comer lo que me gusta!» «¡Pobre de mí que no puedo darme todos los gustos!» “¡Pobre de mí haciendo dieta en cuarentena!”. Es hora de terminar con los fatalismos, porque nada de esto es cierto. Muy por el contrario, lo que tiene que lograr es planificar y ser moderado, ya que ningún tratamiento que se base en la prohibición puede ser sostenido en el tiempo.

Para enfrentar estas posibles barreras hacia un peso sano, algunos pensamientos que pueden conducirlo al éxito son:

  • Es mejor hacer, equivocarse y arrepentirse que sentir arrepentimiento por cosas que no hizo. Sino, imagínese todo lo que dejó de hacer alguien que postergó por años y años y que, aún en este mismo momento, sigue postergando. O aquel que tuvo cientos de «lunes» para empezar y aún sigue confiando en que el próximo lunes «cambiará su vida». ¿Por qué no se hacen las cosas? ¿Por qué se postergan? Muchas veces no se hacen porque, en realidad, no se está dispuesto al esfuerzo.
  • Siempre es preferible estar dispuesto a arriesgar, porque incluso esperar es arriesgarse a fracasar. La realidad es que hay que correr riesgos, porque si uno no arriesga ni hace nada, quizás evite el sufrimiento y el dolor pero no podrá aprender, sentir, cambiar, crecer, amar ni vivir. Hay que probar, ensayar, tener mente de principiante, no tener miedo al error. Porque la mayoría de quienes alcanzan el éxito lo hacen porque están decididos a lograrlo.

Como ve, no existe una salida, un camino correcto, una receta para el éxito.

Existen, en cambio, posibles atajos, actitudes que pueden ayudarlo a encaminar su conducta hacia un estilo de vida saludable y, en consecuencia, ayudarlo a bajar de peso y sostener la pérdida en el tiempo.

Lo cierto es que, a pesar de lo que hoy nos toca vivir, la siguiente decisión, la siguiente comida, encierran una nueva oportunidad.

Prof. Dr. Alberto Cormillot