En su último libro “La alimentación inteligente”, el doctor Alberto Cormillot responde esta pregunta frecuente. Compartimos un resumen de su obra y conceptos sobre los que conviene reflexionar si necesitás iniciar o mantener tu camino hacia un peso saludable
La gente no planea fallar, la gente falla al planear. Y una de las razones por las que esto sucede es porque malinterpreta qué es la motivación.
La motivación es TENER UN MOTIVO.
Se origina en una NECESIDAD.
Esa necesidad, el carecer de algo que uno quiere, es lo que impulsa EL CAMBIO.
Ese cambio, apoyado por la motivación, se convierte en una ACCIÓN que se compone de tres elementos:
- Un objetivo. El fin que se desea alcanzar y hacia el cual se dirige la acción.
- Un impulso que inicia e, idealmente, guía y mantiene una conducta para alcanzar lo que uno se propone.
- La fuerza que nos lleva a tomar decisiones y a actuar.
La motivación es PERSONAL, por eso cada uno encuentra su propia respuesta a la hora de preguntarse para qué adelgazar.
Esa respuesta puede ser el resultado de un estímulo:
- Del mundo exterior: una sugerencia, un llamado de atención; situaciones de discriminación real, apoyo o crítica de la gente, el trabajo, la familia, los amigos o una indicación médica.
- Del interior: sentimientos y emociones asociados a incentivos personales; una elección propia producida por la balanza, el espejo, las fotos, la ropa, el movimiento, dificultades en la salud o el sentirse o ser discriminado.
Los estímulos del exterior suelen ser más transitorios que los internos porque se relacionan con circunstancias pasajeras: el próximo casamiento, el próximo verano, los resultados del chequeo anual.
Cuando la motivación es interna, lo que se pone en juego son los propios sentimientos frente a lo que nos pasa en la realidad: ¿cómo nos afecta el vernos en el espejo sin ropa?, ¿cómo nos sentimos en las reuniones sociales?, ¿y en la intimidad?, ¿cuál es la brecha entre nuestro bienestar actual y el deseado?
Cuando se toma consciencia de esto, bajar de peso se convierte en una necesidad. Al no ser una imposición, se expresará así: “yo quiero/necesito bajar de peso”.
CUÁNDO FRACASA LA MOTIVACIÓN
- Cuando te empecinás en dar el paso más largo de lo que mide la zancada.
- Cuando pretendés sostener una dieta de 500 calorías para siempre.
- Cuando sostenés el “síndrome de esperanza falsa”: creer que el cambio es fácilmente alcanzable.
- Cuando tus expectativas son desproporcionadas: muchos kilos en poco tiempo.
- Cuando no estás dispuesto al esfuerzo.
Si sos de los que esperan la motivación para adelgazar como si fuera un truco de magia, conviene que te preguntes esto:
- ¿Te sentís “motivado” para ir a trabajar todos los días?
- ¿Creés que las personas que se quedan estudiando un sábado por la noche en vez de salir con sus amigos están motivadas para no salir o las motiva el resultado que obtendrán por haberse quedado estudiando?
- ¿Qué motivación te parece que tiene la persona con hipertensión para tomar día a día sus medicamentos y medir su presión arterial regularmente?
En numerosas circunstancias de la vida cotidiana simplemente hacemos las cosas porque hay que hacerlas. Sin tanto preámbulo. Es el resultado del balance entre “lo que más me gusta” y “lo que más me importa o conviene”.
En resumidas cuentas, si bien la motivación es importante, no sirve de nada sin la decisión y la acción.
Así lo resume una frase de Jim Rohn, un reconocido orador motivacional estadounidense: “La motivación por sí sola no es suficiente. Si usted motiva a un idiota, lo único que obtendrá es un idiota motivado”.
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