Cómo ayudar a tu familia a tener un peso saludable

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Seleccionar bien los alimentos y mantenerse físicamente activos son las principales claves para prevenir el sobrepeso y enseñar hábitos saludables a los hijos desde pequeños. Claves para ponerlo en práctica en tu casa


La obesidad es una epidemia que crece y en los niños este problema de salud es una puerta de entrada a muchas condiciones y enfermedades asociadas; por lo que requiere de un enfoque de reeducación alimentaria y movimiento que incluya la responsabilidad y el compromiso familiar.

Frente a esta realidad: ¿qué podemos hacer como padres para mantener nuestro peso y el de nuestros hijos en niveles saludables?, ¿cómo enseñamos a los más chicos la importancia de prevenir el sobrepeso?

Como adultos responsables, los dos mejores caminos para lograrlo son aprender a seleccionar los alimentos y ser físicamente activos. Sin embargo, tanto los niños como sus familias manejan esta situación de maneras diferentes: están aquellos que convierten al sobrepeso del niño en un tema central de la vida familiar; otros, en cambio, pretenden que no existe. Más allá de estas actitudes, existen tres realidades que pueden ser aplicadas a cualquier familia:

  • Los adultos influyen constantemente en la relación de los niños con la comida, la actividad física y ellos mismos.
  • El control del peso es un problema conjunto que requiere de una solución conjunta.
  • Un niño con sobrepeso u obesidad es 10 veces más proclive a ser un adulto con obesidad.

La buena noticia es que usted puede ayudar al niño a controlar su peso siendo un ejemplo positivo con sus actitudes, sus hábitos de alimentación y llevando un estilo de vida activo. Para conseguirlo con éxito es fundamental implementar estrategias de reingeniería para la vida cotidiana que le permitirán mejorar su alimentación y movimiento.

Sin dudas usted es quien mejor conoce a su hijo. Eso le da ventaja para comunicarse con él y ayudarlo. Crear hábitos familiares de alimentación saludable y actividad física hace que sea más fácil para todos mantenerse en un peso saludable. Por ejemplo:

  • Planificar momentos del día que incluyan alguna actividad física en familia hace que todos potencien el apoyo y la motivación para moverse o hacer deporte.
  • Colocar una fuente con frutas en la cocina, no comprar gaseosas y acordar comer papas fritas sólo en cumpleaños puede cambiar las costumbres de cada uno de los que viven en la casa.

Los padres son quienes marcan una impronta en lo que pueden pensar o hacer los niños. Ellos los respetan y los admiran como modelo. Si usted come alimentos sanos y hace una vida activa estará abriendo la posibilidad de ayudar a sus hijos a que sepan elegir y tomar buenas decisiones. Construir hábitos saludables es posible. Su colaboración hará la diferencia

LAS MEJORES ESTRATEGIAS

  • Usted tiene realmente más control del que cree. Como adulto a cargo puede apagar la televisión y el videojuego, puede bajarse del colectivo una parada antes y caminar unas cuadras, sobre todo cuando va con sus niños. También puede servir más verduras a la hora de la cena familiar o pedir que no usen el celular durante las comidas. Revise su decisión. Aunque no se trata de “imponer” y los cambios son progresivos, es importante que sus hijos perciban la importancia de la cuestión.
  • Piense en los beneficios inmediatos. Si reducir el riesgo futuro de enfermedades del corazón no le parece una idea demasiado fuerte, piense en los beneficios que puede tener ya mismo. No se sentirá tan pesado si come solo una porción pequeña de postre, o tal vez surja una conversación enriquecedora con su hijo adolescente si salen juntos a caminar. Puede divertirse un buen rato con su hija pequeña si preparan una ensalada de frutas de muchos colores y podrán disfrutarla cuando la coman. O puede tener un momento placentero si pone música y baila con su pareja en el living de casa.
  • Proponga cambios pequeños y sencillos. Si propone que toda la familia salga junta a correr todos los días, probablemente reciba caras largas y no obtenga quórum. En cambio, sí podrían caminar juntos dos veces por semana, en un horario convenido previamente. O comer una tarta de frutillas en vez de una torta de chocolate.
  • Sea creativo. Nadie notará si su lasaña tiene mozzarella descremada o común, y ese pequeño cambio reduce notoriamente las grasas y las calorías del plato. Combine estrategias “invisibles” como esta con otras que impliquen el compromiso activo de todos los miembros de la familia. Incluya a los niños cuando vaya a comprar y cuando prepare comidas saludables.
  • Converse acerca del tema. Muéstrele a su hijo cuán pequeña puede ser la gota de aceite con la que lubrica una asadera; enséñele a colocar un mínimo de azúcar a la leche o a tomarla sin azúcar. Hágalo naturalmente, sin que suene a sermón.
  • Acostumbre a sus hijos a la actividad cotidiana. Ir caminando a hacer las compras, salir aunque llueva (¡usar botas y paraguas puede ser todo un programa!), usar las bicicletas y los patines a menudo (manngalas siempre a punto, para que no haya excusas). Sumar minutos activos durante el día también forma parte de un estilo de vida saludable.
  • Recuerde que, mientras sus hijos son pequeños usted tiene la mejor oportunidad de sentar las bases del estilo de vida familiar. Puede influir para que la familia sea deportista o no, para que sienta que los dulces son imprescindibles o un gusto de vez en cuando. Sus niños no reclamarán gaseosas a diario en la heladera si no fue un hábito incorporado por los padres. Cuando crecen y comienzan a formar sus propios criterios, la clave es conversar y hacer acuerdos.

Ver también: Cuarentena: una oportunidad para recuperar el hábito de comer en familia y Once beneficios de comer en familia.