Seguir un programa para adelgazar o mantenerse puede verse influido por múltiples factores entre los que se encuentra el estado de ánimo. Por eso, aprender a controlar las emociones es un paso indispensable para controlar el peso corporal
A pesar de que muchas personas lo asocian exclusivamente con algo nocivo, el estrés es una respuesta natural y automática del organismo frente a una exigencia externa o interna. Puede clasificarse en:
- Positivo (eustrés). Un nivel leve de estrés puede funcionar como un reto que nos genere empuje, motivo o energía. Cuando podemos resolverlo satisfactoriamente aumenta la autoestima, permitiendo un mayor y mejor rendimiento personal. Un logro o un trabajo nuevo generan eustrés, por ejemplo.
- Negativo (distrés). Cuando el estrés es excesivo, implacable y excede nuestra capacidad de hacerle frente se transforma en tensión y desemboca en agotamiento. Esto no ayuda a resolver las demandas del entorno y resta capacidad de respuesta, provocando un desgaste que puede conducir al deterioro físico y psicológico al aumentar el riesgo de enfermedades que disminuyen las defensas.
Afortunadamente, a pesar de las situaciones difíciles o estresantes que nos toque enfrentar, el “Principio 10/90” funciona: sólo el 10% de la vida se relaciona con lo que le pasa… el 90% restante es la forma en que reaccionamos frente a eso.
SEÑALES DE DISTRÉS
Prestá atención a estas alertas para determinar si el nivel de distrés que enfrentás amerita una consulta médica.
Algunas señales físicas incluyen:
- Cambio de hábitos alimentarios y de sueño.
- Tensión muscular, calambres y contracturas.
- Palpitaciones.
- Dolores de cabeza, lumbares y articulares.
Algunas señales emocionales incluyen:
- Distracción, olvidos.
- Irritabilidad, ira, estar a la defensiva, enojo.
- Apatía, hipersensibilidad, angustia.
- Sentimiento de urgencia, desaliento.
La combinación de un ritmo de vida estresante y una alimentación alta en calorías puede impactar negativamente en el peso corporal porque:
- Aumenta la cantidad de cortisol en el cuerpo, sustancia que reacciona como si estuvieras ingiriendo corticoides, aumenta el apetito y favorece la acumulación de grasa en el abdomen. Mientras niveles moderados de estrés pueden ser estimulantes para el cerebro, niveles prolongados y altos pueden tener efectos negativos en la memoria y otras funciones cognitivas por el aumento en la liberación de cortisol, hormona que afecta regiones del cerebro fundamentales para las funciones intelectuales. Esta situación disminuye aún más las capacidades de la persona para enfrentar las demandas del medio y crea un círculo vicioso que provoca aún más estrés.
- Muchas personas usan la comida como paliativo. Comer de más por ansiedad o exceso de estrés, es algo que suele pasarle a la mayoría de las personas con sobrepeso que están en plan de bajar, e incluso a quienes se encuentran durante la etapa de mantenimiento.
QUÉ HACER
Tenés dos caminos:
- Escudarte detrás del “estoy nervioso, ansioso, estresado y por eso como de más” y justificar tu conducta.
- Redoblar los esfuerzos y aprender a controlar el estrés y firmar la paz con la comida.
Si optás por la primera alternativa comprobarás rápidamente que las circunstancias difíciles son parte de la vida misma, y a cada paso encontrarás más de una razón para dejarte llevar por la ansiedad y tirar todo por la borda. Esta opción te deja en el lugar de una víctima vulnerable que come como respuesta a los problemas.
Si optás por la segunda alternativa verás que ante la multiplicidad de situaciones conflictivas con las que solés convivir a diario, es preciso modificar el enfoque. De hecho diversas investigaciones demostraron que mucho más importante que las situaciones que generan estrés es la forma en que cada persona percibe ese estrés y actúa en consecuencia. Tanto es así, que entre dos personas que sufren el mismo problema es posible encontrar que a una le sirve como una experiencia, una oportunidad para aprender; mientras que a la otra le genera frustración, angustia y malestar.
CÓMO REDUCIR EL ESTRÉS
Aprender a manejar el estrés es lidiar efectivamente con el 90% que depende de vos: el cómo reaccionás frente a lo que pasa. Algunas acciones que pueden ayudarte a mantener la calma y a cuidarte mejor se encuentran a continuación.
- Cuidá tu red social. Reservá tiempo para disfrutar de relaciones saludables y procurá lazos sociales duraderos con personas fuera de tu entorno familiar. Mantenete en contacto con tus afectos en forma presencial o aprovechá la tecnología para conectarte con amigos, compañeros y conocidos.
- Planificá actividades placenteras. Salir a caminar o trotar, dormir una siesta, desarrollar un nuevo interés (idioma, música, dibujo, canto, fotografía), ver películas o series cómicas, leer (novelas, revistas, libros de historia, psicología, ensayos), escribir cartas, llevar un diario, darse un largo baño de inmersión, recibir masajes, resolver acertijos, hacer crucigramas, rompecabezas o sudokus.
- Aumentá tu sensación de calma. Tomá un “tiempo fuera” y aumentá la conexión con tu interior. Para conseguir una atención plena observá tu respiración: sentí cómo entra y sale el aire por las fosas nasales al inhalar y exhalar. Focalizá toda la atención en la respiración. Escuchá una de tus canciones preferidas sin hacer nada. Solo prestá atención a todos los pensamientos, recuerdos, emociones y sensaciones que se asoman durante la canción. Durante un minuto contá las veces que tu mente te lleva al pasado, al futuro o a otra parte. Regresá al presente para un descanso.
Lo importante es que recuerdes que sos la única persona que puede decidir si se deja llevar por las emociones negativas o si está dispuesta a crecer a partir de ellas, elaborar estrategias para enfrentarlas y sacar el mejor provecho para tu salud, tu bienestar y tu peso corporal.
VER TAMBIÉN: