¿Deportivas o energizantes?

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Termina el partido, la clase de gimnasia artística o el entrenamiento y su hij@ toma una bebida energizante o deportiva para colaborar con su hidratación.
Ya sea por el buen gusto, la capacidad de saciar la sed o la asociación que hacen entre esas bebidas y la energía extra necesaria para mejorar su rendimiento deportivo, la mayoría de los niños y adolescentes desconocen las diferencias entre ambas, los riesgos de su ingesta excesiva y el uso en función de su grado de participación atlética.

Para qué sirven.
Las bebidas deportivas tienen un papel específico en la dieta de atletas jóvenes que participan en actividades vigorosas y prolongadas. Su función es rehidratar y reponer hidratos de carbono, electrolitos* y agua perdidos durante el ejercicio. Sin embargo, el consumo de bebidas deportivas en atletas juveniles que participan regularmente en deportes de resistencia o de alta intensidad es muy diferente al consumo en niños y adolescentes que practican alguna actividad física un par de días a la semana.
El uso de bebidas energéticas en lugar de bebidas deportivas para la rehidratación puede provocar la ingestión de cantidades potencialmente grandes de cafeína u otras sustancias estimulantes ocasionando efectos adversos entre los más jóvenes; y son especialmente perjudiciales para adolescentes y adultos con problemas de corazón o asma.

Consecuencias.
La ingesta frecuente o excesiva de estas bebidas calóricas (deportivas o energizantes) puede aumentar sustancialmente los riesgos de:
-sobrepeso u obesidad debido a su alto contenido de azúcar y calorías;
-erosión del esmalte dental, con la consecuente aparición de caries. Esto se debe a que tienen ácido cítrico entre sus ingredientes, sustancia que resulta altamente erosiva y de efecto desmineralizante.

Las bebidas energéticas, además, pueden provocar otros efectos secundarios que difieren según la persona, el tipo de energizante y la cantidad ingerida.

En general, además de las consecuencias anteriores, incluyen:
•Dolor de cabeza, de estómago o diarrea.
•Dolor de pecho.
•Ansiedad o nerviosismo.
•Mareos o falta de concentración.
•Incapacidad para conciliar el sueño.

Otras consecuencias más graves pueden ser:
•Adicción y abstinencia.
Presión arterial alta.
•Convulsiones.
•Problemas cardíacos: taquicardia, ritmo cardíaco irregular o insuficiencia cardíaca.

*Electrolitos: minerales presentes en la sangre y otros líquidos corporales. Llevan una carga eléctrica que interfiere en la cantidad de agua que hay en el cuerpo, la acidez de la sangre (el pH) y la actividad muscular. Se pierden con el sudor y deben reponerse tomando líquidos que los contengan. El agua no contiene electrolitos.