Son ricas, energéticas y fáciles de digerir. Conozca cuál es la mejor manera de incluirlas en una alimentación saludable para toda la familia
Las pastas son una de las comidas más populares en la dieta de los argentinos y una gran fuente de energía. Y muchas personas que cuidan su peso las consideran erróneamente prohibidas, una categoría que no existe cuando hablamos de una alimentación equilibrada y saludable.
Pero para incluirlas sin poner en riesgo el peso corporal, el secreto está en el cuidado de tres claves.
La cocción
Este alimento es rico en hidratos de carbono. Una forma de clasificar a estos nutrientes es según su Índice Glucémico (IG), valor que mide el efecto que tienen sobre la glucemia (azúcar en sangre).
De acuerdo a este resultado, los hidratos de los cereales refinados son menos convenientes porque tienen alto IG y al ser ingeridos elevan rápidamente el azúcar de la sangre. Esta situación es perjudicial para las arterias y favorece una mayor liberación de insulina, hormona que facilita el depósito de grasa y aumenta el apetito. Sin embargo, puede reducir el IG de las pastas si las cocina al dente, a punto o ligeramente más rígidas. Así podrá controlar la respuesta de la insulina y, además, obtendrá mayor saciedad. Otras opciones saludables son elegir pastas hechas con harinas integrales o agregarle a las pastas brócoli o ajíes saltados con un toque de aceite oliva, ya que también ayudan a reducir el IG.
La porción
La porción. La pasta se ubica dentro del grupo de cereales. Debido a sus aportes, es conveniente medir la porción. En almuerzo o cena, esto equivale a 1 plato tamaño playo de pastas simples o a ½ plancha de pastas rellenas. Si bien estas últimas pueden calcularse con facilidad, medir la porción exacta de espaguetis puede no ser tan sencillo. Una buena herramienta es usar sus manos del siguiente modo:
2 manos ahuecadas = una porción de pastas frescas.
1 círculo chico con una mano = un plato tamaño postre de fideos cocidos.
El acompañamiento
- La clave es elegir salsas livianas: Fileto, salsa a base de queso blanco descremado, vegetales saltados (tomatitos cherry, brócoli y cebolla), zapallitos y zanahoria con crema light o hierbas picadas con una toque de aceite de oliva. Evite siempre que pueda las salsas y cremas calóricas y reemplace el queso rallado común por su versión light.


Ver también: Ñoquis de ricota super light.