No solo de cambios en la alimentación se compone el camino hacia un peso saludable. Este trío tiene tanta importancia como comer bien, ser perseverante y sobreponerse a las recaídas
A continuación compartimos una serie de estrategias que es necesario tener presentes a la hora de iniciar el proceso de cambio de hábitos que requiere alcanzar un peso saludable.
Recordá que, aunque nuestra mente sabe que es necesario reemplazar hábitos poco convenientes, cambiar es difícil. Es incómodo. Da pereza reemplazar un viejo hábito por otro nuevo; a veces cambiar asusta.
El solo hecho de pensarlo a algunos los paraliza porque incluso los pequeños cambios obligan a salir de nuestra zona de confort donde todo es conocido; pero también donde dejamos al libre albedrío los hábitos que nos llevaron, por ejemplo, a acumular kilos o a no estar tan saludables como podríamos.
La zona de confort no es la zona de bienestar.
Por eso, si empezás por pequeños cambios, concretos, puntuales, la cosa es distinta.
Estas estrategias tiene ese objetivo: recordarte pequeños pasos que, dados con perseverancia, te acercarán a tus objetivos.
La propuesta es que revises cada una y tomes nota de aquellas que no ponés en práctica habitualmente.
ESTRATEGIAS DE CONTROL
Anotá todo lo que comés. Así lograrás tomar consciencia de lo que llevás a tu boca. Al hacerlo sé detallista y concreto.
No dejes de pesarte ni de hacer la curva de peso. Balanza y curva son herramientas indispensables para aumentar el control.
Usá herramientas de automonitoreo. Las alarmas en el celular, en la computadora o la tableta, te servirán para no olvidar las colaciones o para programar una pausa de 5 minutos para moverte.
Bajá aplicaciones a tu celular. Las hay de organización, de nutrición, de control del peso, de movimiento, de salud, para beber agua. Son ideales para incorporar hábitos y registrar avances.
ESTRATEGIAS DE ACTITUD
Comé sentado. Hacelo siempre, incluso para darte un gusto. Para disfrutar de lo que comés dedicale el tiempo y el espacio que merece. Si comés rápido, las ganas de ingerir algo rico seguirán intactas incluso después de haber terminado tu porción.
Llevá los platos servidos a la mesa. Con la fuente será más difícil controlarse.
Revisá los cajones. Evitá dejar alimentos cerca de la cama, de los sillones o en los cajones del escritorio.
Hacé sobremesa sin comida. Permanecer sentado con masitas o algo tentador hará difícil evitar el picoteo. Preferí la infusión que más te guste.
Comé antes de salir de compras. Hacerlo con hambre solo sirve para favorecer malas elecciones. Llevá una lista con lo que necesites.
Ponete límites, y cumplilos. Esto vale para los dulces o salados y para las bebidas con alcohol, también.
ESTRATEGIAS DE MOVIMIENTO
Aumentá los minutos activos. Salí a caminar todos los días, subí y bajá escaleras, realizá las tareas de la casa, paseá a tu mascota, jugá con tus hijos, andá en bicicleta, bailá la música que más te gusta, estacioná el auto más lejos o bajá antes del medio de transporte.
Hacé ejercicios sentado. En casa o en la oficina, programá una pausa activa de 5 minutos por cada hora que permanecés en la silla, y aprovechá para estirar brazos y piernas, hacer rotación de torso hacia uno y otro lado, elevar las piernas en paralelo y mantenerlas unos segundos en contracción, llevar las puntas de los pies hacia adelante y atrás… Movete un poco, varias veces al día. Todo suma.
Abrazá los pequeños cambios. Da igual cuál sea. Si lográs hacerlo, mantenerlo e integrarlo en tu día a día algo que pensabas que no podías hacer lo estarás haciendo. Eso retroalimentará la confianza en vos mismo e irá fortaleciendo un nuevo hábito saludable.
Fuente: La alimentación inteligente para vivir 100 años, Dr. Alberto Cormillot
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